Que tu Palabra me haga volver a ti
“Pero de día
mandará Jehová su misericordia, y de noche su cántico estará conmigo, y mi
oración al Dios de mi vida”. Salmo 42:8
“Luego les
dijo: Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad porciones a los que no
tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro Señor; no os
entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza”. Nehemías 8:10
Aparentemente
el salmista está desterrado en un lugar montañoso y árido y se siente alejado
de Dios. Compara su ansia por agua con la sed de un siervo que brama por ella.
Así debemos sentirnos cuando estamos sin comunión con Dios, porque Él es la
fuente de agua viva. Cuando ya hemos experimentado el gozo de su presencia y
nos apartamos, nunca estaremos satisfechos si la comunión es interrumpida,
porque nos llenamos de tristeza.
David,
agobiado por el sufrimiento y las dudas, vuelve a pensar en su experiencia
pasada en la presencia de Dios, donde ha visto su poder y su gloria, recuerda
la comunión junto al pueblo y aunque aumenta su nostalgia, esto le da
esperanza. Dialoga consigo mismo diciendo: “¿Por qué te abates, oh alma mía, y
te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación
mía y Dios mío”.
En momentos
de desespero y angustia debemos recordar las veces que Dios nos respondió
mostrándonos su grandeza y misericordia, para que oremos y le alabemos, como lo
hizo David: “de día mandará Jehová su misericordia, y de noche su cántico
estará conmigo, y mi oración al Dios de mi vida”. No debemos permitir que la
dificultad más grande nos separe de Él, ni que lo que sintamos nos robe el
lugar de adoración y la plenitud del gozo de estar en su presencia.
Igualmente
le pasó al pueblo de Israel en tiempos de Nehemías, que se entristecieron
profundamente cuando leyeron la Ley de Dios y se dieron cuenta de cuán alejados
se encontraban de Él, porque los confrontó con su pecado y entendieron cuál era
su voluntad. Esto conmovió la conciencia del pueblo para que reconocieran que
la situación que estaban viviendo era porque se habían apartado de las normas
de Dios. Esdras y los levitas los alentaron a alegrarse, a tener gratitud y a
que celebraran con regocijo el día dedicado al Señor, en que debían recordar el
amor, la gracia y la salvación que Él les había manifestado.
Lo mismo que
ocurrió con la predicación de Pedro que llevó a los oyentes al arrepentimiento
y a reconocer a Jesús como su Salvador, en Hechos 2 :37-38 “Al oír esto, se
compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones
hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros
en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del
Espíritu Santo”, dejemos que la Palabra que oímos convierta nuestros corazones
y nos haga volver en comunión con Dios.
Oración.
«Señor, que
mi corazón esté tierno cuando escuche tu Palabra, sacia mi hambre y mi sed de
ti. Si las situaciones de mi vida me han alejado de tu presencia y me han
quitado el gozo, quiero refugiarme nuevamente en tus brazos. Gracias por
confrontarme con mis pecados y llevarme al arrepentimiento, anhelo tu perdón y
tu consuelo. Haz que no vuelva a caer en oscuridad por ignorar tus preceptos.
En Cristo Jesús Amén. Difundiendo el
mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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