La más
sublime revelación de Dios
“Dios,
habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres
por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien
constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual,
siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien
sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la
purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra
de la Majestad en las alturas”. Hebreos 1:1-3
Dios siempre
ha hablado a la humanidad desde tiempos antiguos; es un Dios que ha buscado al
ser humano para tener una relación con Él y lo ha hecho de diversas maneras, a
veces por instrucciones o por sueños o por visiones y por su influencia divina
a través de los profetas que lo percibieron de diferentes formas. Pero no nos
cabe duda que la más sublime revelación de Dios es el evangelio hecho a través
de su Hijo Jesucristo y que supera todo lo anterior.
Colosenses
1:15 nos dice que “Jesús es la imagen del Dios invisible, el primogénito de
toda creación”. Cristo en su naturaleza humana es la revelación visible del
Dios invisible, por eso le dijo a sus discípulos que quien lo ha visto a Él ha
visto al Padre. Al contemplar el poder, la sabiduría y la bondad en la persona
de Jesús también contemplamos el poder, la sabiduría y la bondad de nuestro
Padre celestial.
El Hijo vino
de la eternidad y todas las cosas fueron creadas por Él y para Él, todo lo
sustenta por la Palabra de su poder, veamos Juan 1:1-3 “En el principio era el
Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio
con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido
hecho, fue hecho”. Él es la última y la más sublime manifestación de Dios, como
lo dijo el apóstol en Juan 1:18 “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo,
que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer”.
Jesús
sustentó con amor inagotable su obra redentora en la cruz, su sufrimiento tuvo
tal mérito que satisfizo la demanda de justicia del corazón de Dios; llevó
sobre su cuerpo todos nuestros pecados que ofendieron al Padre y nos tenían
separados de Él. La mayor revelación de todas es Jesucristo, quien habiendo
terminado la redención ahora está entronizado a la diestra de Dios.
Nunca
podremos estar suficientemente agradecidos de que Dios nos haya hablado de la
salvación en tantas formas y con claridad creciente, siendo nosotros pecadores;
por eso, hoy te invito a que nos inclinemos ante Él en admiración, gratitud y
alabanza, porque Jesús es digno de toda honra y gloria. Oración.
«Gracias
Padre celestial por amarme incondicionalmente. Buscaste, de tantas maneras,
revelarte al mundo para que yo te pudiera conocer a través de Jesucristo y me
has dado tu salvación. Mi corazón te adora y se llena de alabanza por tu Hijo
amado que se entregó en mi lugar en esa cruz, a Él toda la gloria, la honra y
la alabanza por los siglos de los siglos, Amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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