Vestirnos del nuevo hombre
“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo
hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el
espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la
justicia y santidad de la verdad.” Efesios 4:22-24
“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para
buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en
ellas.” Efesios 2:10
Para terminar esta corta fase de devocionales que nos
exhortan y enseñan a desarrollar el carácter de Cristo en nuestra vida, y
después de habernos despojado del viejo hombre y de renovar nuestra mente, el
Señor finalmente nos llama hoy a que nos vistamos del nuevo hombre.
Su Palabra en Efesios 2:10 dice que nosotros hemos sido
hechos o creados por Dios, y en esta oportunidad no se está refiriendo a la
formación de nuestro cuerpo en el vientre de nuestra madre, sino que nos está
hablando acerca de esa nueva creación que Dios hizo de cada uno de nosotros
cuando creímos en Jesús como nuestro Señor y Salvador, porque fuimos nacidos de
nuevo, esta vez no de la carne o físicamente, sino del espíritu por medio del
Espíritu Santo (Juan 3:3-6).
Y entonces, hablando de lo mismo, Efesios 4:24 lo que nos
dice es que nos vistamos de ese nuevo hombre o esa nueva mujer que Dios ha
hecho de nosotros; y la manera más práctica de hacerlo, tal como agrega Efesios
2:10 es que andemos en esas buenas obras que Dios desde antes preparó para que
anduviésemos en ellas. Verdaderamente, antes sin el Espíritu Santo en nosotros
y en la ignorancia de la Palabra de Dios, nos era imposible poder hacerlas,
pero ahora siendo templos del Espíritu y por medio de Él recibiendo la
enseñanza y revelación de su Palabra, tenemos todo lo que necesitamos para vestirnos
completamente de ese nuevo hombre o esa nueva mujer, y así entonces reflejar el
carácter justo y santo de nuestro Dios y Salvador. Oración.
«Padre bueno, qué meta tan grande y especial me has dado; qué
privilegiado me siento de poder estar en este caminar, escudriñando tu Palabra,
siendo sensible a la voz de tu Espíritu y en humildad sujetándome a tu
voluntad. Te pido que la gracia de Hijo, tu amor y la comunión de tu Espíritu
permanezcan en mí, para siempre estar gozoso y en paz, por Jesucristo, mi
Señor, amén.
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