Disciplina
“Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser
causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a
los que en ella han sido ejercitados.” Hebreos 12:11
“pero este para lo que nos es provechoso, para que
participemos de su santidad.” Hebreos 12:10b
Teniendo en cuenta lo que dice la Escritura en Hebreos 12:6a,
“Porque el Señor al que ama, disciplina,” debe ser de nuestra total aceptación
y sumisión que, conforme Dios lo disponga para cada uno, recibamos su
disciplina. La disciplina que viene de Dios, se entiende no sólo como un acto
de castigo o corrección, sino más como un proceso de entrenamiento, enseñanza y
dirección para hacer lo correcto. Hebreos 12:5b dice “Hijo mío, no menosprecies
la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él;” sino que,
por el contrario, nos hemos de sentir muy amados y privilegiados, pues el Señor
nos está tratando como a hijos (Hebreos 12:7-8).
Hay un propósito muy especial y grande por el cual somos
disciplinados por el Señor, y es para que participemos de su santidad, cuanto
más el Señor nos corrige esas malas conductas y nos enseña y guía a hacer lo
justo, más se va formando en nosotros el carácter santo de Cristo, y esto
aunque nos cueste en nuestro interior y nos cause tristeza, finalmente
producirá en nosotros un mayor gozo, pues experimentaremos el descanso que
Jesús promete cuando dice “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que
soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;”
(Mateo 11:29).
Hermanos, no nos cansemos de someternos a Dios y de
resistirnos a nuestros deseos pecaminosos, sino que perseveremos en el
conocimiento de la voluntad de Dios y permitamos que el poder transformador de
su Espíritu nos convierta en esos hijos santos, humildes y obedientes que Dios
quiere hacer de cada uno de nosotros. Oración.
«Padre bueno, qué bendición ha sido el ser adoptado como tu
hijo, pues tengo al mejor y más excelente Padre, a ti que eres bueno y
perfecto. Gracias por cada día permitirme crecer en tu conocimiento y someterme
a tu autoridad, pues sé que aunque frecuentemente me ejercitas en disciplina,
lo haces con propósito y amor, gracias, Señor, amén.
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