Santificado sea tu nombre,
“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo
vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida
de nuestro Señor Jesucristo.” 1 Tesalonicenses 5:23
“sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros
santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque
yo soy santo.” 1 Pedro 1:15-16
Cuando en mi conducta manifiesto un carácter santo, quiere
decir que el Señor se está santificando en mí o, en otras palabras, Él está
mostrando su santidad en mi vida. La santidad son las acciones buenas, justas y
santas que solo son posibles en nosotros por la presencia, el poder y la obra
de su Espíritu Santo que habita en nuestro corazón (Ezequiel 36:23-27).
Como hijos de Dios, marcados por su Espíritu y rociados con
la sangre preciosa de su Hijo, nuestro llamado es a santificar el nombre del
Señor dejándonos guiar por la voz de su Espíritu que nos dirige hacia su
voluntad, con el fin de mostrar en nosotros el carácter santo de Dios, y que se
vea entonces así, el cumplimiento de esa importante y profunda petición que
realizamos cuando oramos el Padre nuestro diciendo: “santificado sea tu nombre”
(1 Pedro 1:2, Mateo 6:9).
En Juan 17:17 está registrada una de las peticiones que el
Señor Jesús le hace al Padre por sus discípulos, dice “Santifícalos en tu
verdad; tu palabra es verdad” Y su palabra asegura que por la obra salvadora de
nuestro Señor Jesucristo, nosotros los creyentes hemos sido libertados del
pecado y hechos siervos de Dios, para que ahora por su Espíritu Santo lo que se
manifieste en nuestra manera de vivir sea un fruto de santidad (Romanos 6:22, 1
Corintios 1:2).
Adicionalmente, en 1 Corintios 1:2,30, se nos revela que cada
uno de nosotros, los que hemos recibido a Jesucristo como Señor y Salvador, por
su obra ya hemos sido santificados, y entonces la exhortación es a que nos
mantengamos en esa condición mediante la comunión con el Espíritu Santo, para
que finalmente por esas acciones santas, buenas y justas que se manifiesten en
nosotros, los demás puedan glorificar a Dios por su bondad y santidad. Oración.
«Padre, gracias por tu Hijo Jesucristo; gracias porque su
obra salvadora me ha hecho libre del pecado y siervo de la justicia, anhelo
Señor caminar en esta verdad y ya no presentar los miembros de mi cuerpo para
el pecado y la iniquidad, sino para hacer lo correcto y vivir en santidad,
amén.
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