Tristes y angustiados
“Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama
Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y
oro. Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y
a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste,
hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.” Mateo 26:36-38
La angustia y la tristeza son dos emociones que en cualquier
momento pueden tocar la puerta de nuestro corazón, sentimos tristeza y angustia
porque nuestro matrimonio no avanza como quisiéramos, porque nuestros hijos son
difíciles de soportar, porque ocurrió una injusticia en mi trabajo o estudio,
porque está llegando la hora de presentar alguna tarea o responsabilidad
asignada y no la he podido realizar, porque mis padres en sus conflictos no
logran ponerse de acuerdo y estar en armonía, entre otras tantas cosas.
El mismo Señor Jesús experimentó estas dos emociones justo
antes de ir a la cruz, era la prueba más difícil de su vida, con la que
cumpliría a satisfacción la voluntad de Dios, y aunque sabía que era necesario
beber de esa copa y aun teniendo la certeza de que su Padre no lo dejaría en la
tumba, sino que lo resucitaría al tercer día, su corazón se angustió y se
entristeció, en su condición de hombre tuvo esta debilidad; Hebreos 4:15 dice:
“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras
debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin
pecado.”
Así que, un consuelo para nuestra alma angustiada y triste,
es saber que nuestro Dios y Salvador, por su experiencia, nos entienden
perfectamente y se compadece de nosotros en estas debilidades. Lo que sin duda,
debe motivarnos a que nuestra acción constante durante el tiempo que afrontemos
cualquier adversidad sea aferrarnos a Él y confiar en Él, pues su Palabra en
Hebreos 4:16 exhorta: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia,
para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” Fue esto
lo que precisamente hizo nuestro Señor cuando pasó por tal situación.
Profundizaremos mañana en tal acción. Oración.
«Bendito Dios, confiado y convencido estoy por tu Espíritu
que me recuerda tu Palabra y la obra de mi Salvador, que en cualquier momento
te puedo llamar, pues me invitas a acercarme confiadamente a tu trono de
gracia, porque dices, ahí alcanzaré la misericordia y hallaré la gracia para mi
oportuno socorro, gracias Señor, amén.
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