Renovar nuestra mente
“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo
hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el
espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la
justicia y santidad de la verdad.” Efesios 4:22-24
“Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le
instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.” 1 Corintios 2:16
Renovar nuestra mente en el continúo propósito de alcanzar la
meta de desarrollar el carácter de Cristo, es un proceso indispensable y
también diario; por una parte, tenemos nuestros propios pensamientos carnales
que tienden a ser contrarios a los altos y grandes pensamientos de Dios, y de
otro lado también tenemos al mundo que cada vez va más en decadencia y rebeldía
con lo que de Dios respecta. Por esto, las lecturas bíblicas del día nos
recuerdan la importancia de esta renovación.
En primer lugar, tenemos Efesios 4:22-24 que inicialmente nos
manda a que dejemos atrás o nos despojemos de esa antigua manera de vivir que
nosotros antes de conocer a Jesucristo teníamos, pues esta era guiada solamente
por los deseos engañosos de nuestro ser, y una vez tomada esta decisión, el
siguiente paso es renovar nuestra mente, o en otras palabras, cambiar nuestra
manera de pensar, desaprender lo viejo y aprender lo nuevo.
Y para esto, la verdad más esencial y poderosa que debemos
saber, es que por el amor de Dios y la gracia de nuestro salvador, ahora cada
creyente posee la mente de Cristo; ¿y qué quiere decir esto?, que por su
Espíritu que mora en nosotros y su Palabra que revela sus pensamientos, nos es
posible entender, guardar y perseverar en esos pensamientos que provienen de
Dios y que contrarios a los nuestros, son en todo tiempo buenos, justos, puros,
amables, honestos, llenos de virtud y dignos de alabanza (Filipenses 4:8-9). De
modo que, si en lugar de tu mente carnal, la mente de Cristo deseas
experimentar, su Palabra en la revelación de su Espíritu debes diariamente
escudriñar. Oración.
«Bendito Padre de misericordia y Rey de gloria, toda mi
gratitud y alabanza son para ti, Señor; según como dice tu Palabra, juntamente
con Cristo, me has dado todo lo que necesito. Concédeme, Padre bueno, una fe
cada vez mayor para creer y vivir lo que diariamente a través de tu Palabra y
tu Espíritu me revelas, por Jesucristo, mi Señor, amen.
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