Reflectores de su amor, desarrollando el Carácter de Cristo
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo,
mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo
de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Gálatas 2:20
“En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que
Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.” 1 Juan 4:9
Sin duda, el Señor Jesús fue un reflector del amor de Dios,
pues la Escritura dice que el amor de Dios para con nosotros se mostró en que
Él envió a su Hijo para darnos una vida nueva, la cual trata de que por fe nos
identifiquemos con Jesucristo de tal manera que podamos decir como el apóstol
Pablo en Gálatas 2:20, “con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo
yo, mas vive Cristo en mí;” y en este sentido, así como el Señor Resucitó para
la gloria de Dios, nosotros también andemos en vida nueva (Romanos 6:4).
Entonces, si en nuestra antigua vida, presentábamos nuestros
miembros para el pecado y éramos así reflectores solamente del mal, de la
injusticia, del desamor, y de toda obra de la carne; ahora, en nuestra nueva
vida, estamos llamados a también ser reflectores pero del gran y eterno amor de
Dios. La Escritura en 1 Corintios 13:4-7 dice que el amor es paciente, es
bondadoso, no es orgulloso, ni jactancioso, no es egoísta, no guarda rencor, no
se enoja fácilmente, no se deleita en la maldad, se regocija en la verdad, todo
lo sufre, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta.
Y aunque a primera vista, nos parezca casi imposible poder
practicar el amor que viene de Dios, la buena noticia es que no debemos, así
como tampoco podemos, hacerlo en nuestra propia fuerza o capacidad, pues Dios
primero ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo para que
mediante nuestra comunión diaria, personal e íntima con Él podamos ser
reflectores de cada una de las virtudes del carácter de Cristo, entre ellas, su
fe, su amor, su gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, mansedumbre, dominio
propio, y toda manifestación del fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22-23). De
manera que, si el amor de Dios quieres reflejar, el carácter de Cristo en el
poder de su Espíritu debes desarrollar.
Oración
«Dios, tú eres amor, me has manifestado tu amor en Jesús, has
derramado tu amor en mi corazón por el Espíritu Santo y hoy me llamas a que al
igual que tu Hijo, mi vida sea un reflector de tu gran amor; por eso te pido
que me llenes de tu Espíritu Santo para así reflejar a los demás el mismo amor
que he recibido a través de tu Hijo, amén.
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