La gracia de Dios que nos salva
“No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas; porque
buena cosa es afirmar el corazón con la gracia, no con viandas, que nunca
aprovecharon a los que se han ocupado de ellas.” Hebreos 13:9
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no
de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”
Efesios 2:8-9
La gracia de Dios, definida como un favor inmerecido o un
regalo, es la que por la fe en Jesucristo nos hace salvos.
Este favor inmerecido para con nosotros se basa esencialmente
en que Dios por medio de Jesucristo, da vida eterna y salvación a todo aquel
que cree en Jesús y lo confiesa como su Señor y Salvador; no importa qué
pecados tengas o el tiempo que lleves separado de Dios, la obra de Jesús en la
cruz te redime de todos tus pecados y te pone en paz con Dios (Juan 3:16,
Romanos 6:23, Romanos 5:1,8).
El regalo ya Dios lo dio, ocurrió hace 2000 años
aproximadamente y aún sigue vigente; y por esto es que de manera diaria y sin
cansancio, el Señor usa a sus siervos llenos del Espíritu Santo para exponer y
recordar esta gran bondad; “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo,
como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo:
Reconciliaos con Dios.” 2 Corintios 5:20.
De manera que, si tú hoy, con certeza y convicción crees en
la gracia de Dios, con sinceridad y confianza, dile al Señor Jesús que lo
recibes en tu corazón como ese regalo inmerecido de Dios para tu salvación,
dale gracias por amarte tanto y morir en la cruz por tus pecados. Conoce
también que has sido sellado con el Espíritu Santo, ahora eres su templo y Él
es tu ayudador, está en ti para revelarte por medio de la Palabra de Dios y
hacer realidad en tu vida todo lo que contiene este gran regalo que por medio
de Jesús, Dios te dio. Oración.
«Bendito Dios, te alabo y te bendigo por lo que eres y por lo
que has hecho por mí y en mí. Eres mi Dios, mi Rey y Señor, mi Creador y quien
dio a su único Hijo para mi salvación; te doy muchísimas gracias Dios, anhelo
me sigas revelando cada día más de tu gracia y amor, en nombre de Jesús, amén.
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