Fuertes y valientes
“Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer
conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni
a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que
emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y
de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él
está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes,
porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.” Josué 1:7-9
En algún momento de nuestra vida e incluso en nuestro
presente, podemos estar al igual que Josué, encargados de alguna tarea o
responsabilidad que Dios directamente nos ha asignado; en el caso de Josué,
sucesor de Moisés, se trataba de liderar al pueblo de Israel para que cruzaran
el río Jordán y entraran a poseer la tierra que el Señor les había prometido
tiempo atrás (Génesis 15:18-21). Hoy en día y según los roles, dones y talentos
que el Señor nos haya dado, estas tareas o misiones, pueden ser tales como:
construir o comprar una vivienda digna para tu familia, graduarte de esa
carrera que Dios te ha permitido cursar, liderar con diligencia y sabiduría el
ministerio que se te ha encargado, criar a tus hijos en amor, disciplina y temor
del Señor, entre otras tantas.
Sin embargo, y de la misma manera en que el Señor le dijo en
aquel tiempo a Josué, nuestro Dios hoy nos quiere animar a que seamos fuertes y
valientes, pero no poniendo nuestra fuerza y vigor exclusivamente en cumplir
con nuestra misión, sino que lo que realmente quiere el Señor es que nos
esforcemos y seamos valientes pero en permanecer en Él, porque finalmente todas
aquellas tareas que a lo largo de nuestra vida se nos van asignando y que
tienen que ver mucho con nuestra estadía en esta tierra, son justamente esas
añadiduras de las cuales Dios nos dice que se ocupará de ellas cuando
primeramente busquemos su reino y su justicia (Mateo 6:33).
Hermanos, la Escritura dice que separados de Cristo nada
podemos hacer, somos como esas ramas que no pueden llevar fruto por sí mismas,
sino solo cuando están ancladas a su árbol (Juan 15:4-5). Y a lo que nos invita
Dios, es a que nuestro enfoque, fuerza, pensamiento, corazón y todo de
nosotros, siempre esté arraigado en Él y en lo que va más allá de lo material,
es decir, aquello que es espiritual y eterno, y que se trata de conocer y
permanecer en Dios y en su Hijo Jesucristo, pues realmente lo material es tan
solo un medio para esta gran y mayor misión espiritual. Oración.
«Bendito Padre Dios, gracias por el regalo de poder acercarme
a ti en todo momento, me has perdonado, me has amado y me has adoptado como tu
hijo; así que te pido que por tu gracia y tu Espíritu me ayudes a permanecer en
mi nueva condición, conociendo, disfrutando y sirviendo en todo tiempo a mi
Padre y mi único Dios, por Jesucristo mi Señor y salvador, amén.
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