La gracia de Dios que me transforma
“Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy
digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la
gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo,
antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios
conmigo.” 1 Corintios 15:9-10
“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como
en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la
misma imagen, como por el Espíritu del Señor.” 2 Corintios 3:18
Antiguamente, es decir, antes de Jesucristo, por quien vino
la gracia de Dios a la humanidad, cualquier persona no podía acercarse y estar
en la presencia santa de Dios, pues tan honroso privilegio solo lo tenían unas
pocas personas las cuales Dios elegía e instruía para ello. Estas, finalmente
eran las encargadas de representar al pueblo delante de Dios y de interceder
por ellos, y al mismo tiempo tenían el deber de revelar el mensaje o la Palabra
que Dios les enviaba (Hebreos 1:1, Hebreos 9:6-7).
Sin embargo ahora, por la gracia o bondad de Dios en
Jesucristo, cualquier persona que reconozca y reciba a Jesús como el autor de
su Salvación, puede libre y confiadamente acercarse al trono de Dios, dice su
Palabra, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro
(Hebreos 4:14-16).
Hallar o encontrar la gracia de Dios para nuestro oportuno
socorro, es todo lo que necesitamos para cumplir con el propósito que Dios nos
ha diseñado. Su gracia ya nos ha sido dada, ahora solo queda que cada uno de
manera libre y voluntaria se acerque a su presencia para poder entenderla,
recibirla y experimentarla en toda su plenitud. Su Palabra en 2 Corintios 3:18
revela que nuestra vida es completamente transformada por el Espíritu Santo
gracias a que tenemos el privilegio de ver claramente como un espejo la gloria
de nuestro salvador.
Es justamente lo que le sucedió al antes llamado Saulo y que
hoy conocemos como el apóstol Pablo; su vida después de ver ese resplandor de
luz del cielo que lo rodeaba, pasó de ser perseguidor de la iglesia a ser como
Él lo dice, uno de los que más trabajaba en la edificación de ella, pero tal y
como lo manifiesta, no era él en su fuerza, capacidad o sabiduría, sino la
gracia de Dios con él. De manera que, si tu vida quieres ver transformada,
pasando de la esclavitud del pecado a la libertad gloriosa de Jesucristo, pon
tu mirada en Jesús y toma de toda su gracia en abundancia (Juan 1:16). Oración.
«Padre, gracias por el regalo de la salvación; gracias por
permitirme participar de esta gran bondad. Y como el Dios bueno y bondadoso que
eres, te pido que cada día me permitas conocerte más y descubrir lo que por
gracia puedes hacer y transformar en mi diario caminar, en nombre de Jesús,
amén.
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