Si conocieras quién es el que te dice
“Respondió
Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame
de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.” Juan 4:10
Qué
revelación tan extraordinaria la que Jesús le manifiesta a esta mujer
Samaritana: “si conocieras”, pues si conociéramos a Dios recurriríamos sin
vacilar por su ayuda, su dirección, le seguiríamos a donde Él quisiera, incluso
(sin pensarlo 2 veces), le serviríamos en cualquier cosa que nos pidiera.
En este
meditar de este pasaje, el Señor me recordaba otros personajes que al conocer
quién era el que les estaba hablando decidieron cumplir con lo que se les
estaba encomendando. Abraham, por ejemplo, fue uno de ellos, y al escuchar la
petición de Dios (sacrificar a su único hijo Isaac) decide obedecer; pero ¿por
qué?, porque conocía quién era el que le hacía dicha petición, por eso le vemos
manifestar: “Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío” (Génesis
22:8b). Por medio de su relación con el Señor, Abraham había conocido que Dios
era Soberano para pedir lo que Él quisiera, pero en medio de su soberanía nunca
se violaría su justicia, y sobre todo comprendía que Dios era Todopoderoso para
proveer, ya fuera el cordero para el sacrificio o para resucitar a su hijo (hebreos
11:19).
Otro ejemplo
que podemos mencionar es el de aquellos 4 discípulos de Jesús (Pedro, Andrés,
Juan y Jacobo), quienes al tener su encuentro con el Señor y escucharle decir:
“Venid en pos de mí”, que traducido es: “sígueme”, decidieron dejar todo atrás,
aunque no entendían a profundidad el llamado al que se estaban enfrentando, ni
mucho menos las circunstancias que llegarían a atravesar con esta
responsabilidad; pero con tan solo haber sido testigos de la grandeza del
Señor, sabían que aquel hombre llamado Jesús les llevaría a conocer el sentido
y propósito de sus vidas: ser pescadores de hombres (Mateo 4:18-22, Lucas
5:1-11)
Ese mensaje
de: “Si conocieras” no solo fue dado para aquellas personas, sino también para
ti y para mí, pues cuán importante es conocerle, porque solo a través del
conocimiento de Dios, que se da por medio de la intimidad con Él y su palabra
(revelada por el Espíritu Santo), aprenderemos a seguirle donde Él nos llame y
a obedecerle sin vacilar, pues su mayor anhelo es manifestarse a nosotros para
enseñarnos y así poder ser partícipes de aquellas cosas grandes y ocultas que
nosotros no conocemos (Jeremías 33:3). Oración.
«Padre
quiero conocerte más en intimidad, pues a medida que te conozco aprendo a
depender más de ti y menos de mí. Gracias por tu palabra porque en ella está tu
verdad revelada; pero también gracias por tu Espíritu Santo, pues Él es quien
me recuerda todas las enseñanzas que provienen de ti, amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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