Me llamaste
por mi nombre
“Ahora, así
dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas,
porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú.” Isaías 43:1
Un día me
encontraba en la clínica a la espera de una toma de exámenes de sangre y justo
el horario que escogí era el más concurrido, tanto así que no había donde
sentarse mientras llegaba mi turno; de repeso el sistema estaba caído y al
estarlo obligaba a las enfermeras a que cada vez que llamaban un paciente
tuvieran que gritar su nombre, pues ante la cantidad de personas que había no
se lograba escuchar claramente. Mientras notaba ese caos y quería salir rápido
de ese lugar, observaba cómo a medida que mencionaban los nombres de los
pacientes poco a poco se paraban y dirigían a la casilla que les correspondía;
en ese instante el Señor llamó mi atención recordándome que en el mundo pasa
igual, pues hay millones de personas a quienes Él sabe sus nombres, pero una
cosa es que Él sepa esto y otra muy diferente es que los conozca. Para explicar
mejor mencionaremos un ejemplo práctico; todos conocemos el nombre del
gobernante de nuestro país, pero eso no nos indica que lo conozcamos o con eso
podamos saber: ¿Cuáles son sus gustos, cómo es él, su personalidad, etc.,? pues
es claro que para poder conocer esto, necesitaríamos pasar tiempo de calidad
con esa persona, pero no lo tenemos porque ni siquiera podemos acceder a él. En
el caso con Dios, el mundo sí tiene acceso a Él (Juan 3:16-17) pues su anhelo
siempre ha Sido el que todos tengamos una intimidad con Él, pero lastimosamente
no todos desean hacerlo, pues les cuesta creer y reconocer la obra salvadora de
nuestro Señor Jesucristo.
En el caso
de los creyentes, estamos seguros y tranquilos al saber que Dios nos conoce,
por medio de nuestra fe en Jesús, pero lo que anhela es que cultivemos día a
día esa relación de amor con Él.
Cuán
especial debe ser para nosotros el recordar esta verdad, de que tenemos la
posibilidad de relacionarnos con el Creador, de manera cercana, de entender y
creer que ahora somos “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo
adquirido por Dios,” pero esto tiene un propósito: “anunciar las virtudes de
aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable;” (1 Pedro 2:9) Oración.
«Padre,
gracias por nunca rendirte y buscarme en todo momento para que fuera
restablecida nuestra relación por medio de la obra redentora de tu Hijo Jesús.
Qué bendición es saber que ahora somos amigos y que tengo acceso a ese lugar
santísimo. Amén. Difundiendo el mensaje
de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
No hay comentarios:
Publicar un comentario