Me descubre
la manera de hablar
“Un poco
después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente
también tú eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre.” Mateo
26:73
¡Qué gran
honor sería que alguien dijera esto mismo de nosotros!: “Verdaderamente también
tú eres de ellos, porque aún tu manera de hablar te descubre”; sería en vez de
un insulto, un elogio, pues ¿quién no quiere reflejar aun en su manera de
hablar a Jesús? Sin embargo, vemos cómo ante estas mismas palabras Pedro no
está de acuerdo, y es claro el porqué, pues si lo relacionaban con Jesús
estaría expuesto a que también le dieran muerte. Este ejemplo no está muy
alejado de la actualidad, ya que ¿en cuántas ocasiones hemos tenido la
oportunidad de manifestar que somos seguidores de Jesús y no lo hemos hecho por
miedo a ser rechazados o vistos como bicho raro? Quizá lo hemos experimentado,
al igual que Pedro, en momentos de inmadurez espiritual; pero ahora que podemos
decir “ha habido un crecimiento en el conocimiento de Cristo”, es nuestro deber
reflejarlo donde quiera que vayamos.
Al hablar de
esto recuerdo cómo un día en particular, en medio de una terapia física que
estaba realizando, hubo alguien que al escucharme hablar sobre lo feliz y
orgullosa que me sentía por estar casada, decidió intervenir para preguntar lo
siguiente: “¿usted es creyente, cierto?”; podrás imaginar la cara que le hice,
no como la de Pedro (quien podría tener una de “me descubrieron”), sino con
aquella de asombro, preguntándome a mí misma: ¿por qué llegó a esa conclusión?
Entonces le respondí: sí; pero su inquietud no llegó hasta ahí, me preguntó:
cuál era mi iglesia, si mi esposo también asistía, si lo había conocido a él en
ese lugar, etc. El interrogatorio fue bastante largo, pero al finalizar todas
estas preguntas y al escuchar mis respuestas lo que ella concluyó fue: “se le
nota”, y entonces me sentí orgullosa, porque dije: lo que ha visto en mí no es
producto de mi esfuerzo, sino de lo que ha hecho Jesús, pues yo solo soy su
reflejo, como dice Pablo “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia
no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero
no yo, sino la gracia de Dios conmigo.” (1 Corintios 15:10).
Hermanos, la
invitación es a que sigamos siendo o empecemos (si no lo hemos hecho) a
reflejar más a Cristo en nuestro diario vivir: en los pensamientos, las
emociones, nuestra manera de hablar y actuar; pero no como un esfuerzo
sobrenatural, sino como un resultado innato de nuestra intimidad con Dios (Juan
3:30). Oración.
«Padre qué
honor es saber que si alguien logra ver algo diferente en mi actuar, no es por
mis obras, sino por tu gracia y el poder de tu Santo Espíritu. La gloria es
para ti Señor, pues si hoy soy lo que soy es por tu inagotable y fiel amor, y
por tu misericordia que nunca se acaba, amén.
Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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