Dador alegre
“Pero esto
digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra
generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su
corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.” 2
Corintios 9:6-7
Es increíble
que la mayoría de personas solo podamos ver la esencia de este pasaje desde lo
económico, pero qué increíble es escuchar la voz de Dios y ver que este
principio de dar no solo se aplica en esta área sino en todas las demás del ser
humano, por ejemplo: en el amar, perdonar, la misericordia, entre otras. Esta
revelación nace de una conversación con mi esposo, pues estábamos reflexionando
en que cada vez que alguno de los 2 va a ofrecer disculpas, por algo que haya
hecho mal, se frustra cuando no recibe lo mismo del lado contrario; de hecho,
el no recibir de lo mismo que damos, incrementa nuestras discusiones y
molestias; entonces cuando descubrí esto, en medio de esta valiosa
conversación, el Señor me reveló: “Este es tu problema, que das pero esperando
algo a cambio, es decir, lo haces por necesidad, pero si observas lo que yo te
pido es que des sin esperar, porque si esperas y no lo recibes encontrarás
frustración cuando esto no suceda”. Entonces me dije: ¡Qué revelación tan
extraordinaria! porque si yo voy donde mi esposo y pido perdón, tenga o no la
culpa, y si doy este paso sin esperar algo a cambio seré como aquel dador
alegre, a quien no le afectará si recibe o no, pues el dar no fue impulsado por
un interés, sino por una decisión basada en el amor de Dios, y si lo hago
entonces seré yo la que se lleve la mejor parte, porque “más bienaventurado es
dar que recibir” (Hechos 20:35b) porque aquel que da, es aquel que vence y baja
el orgullo, y en vez de “perder una pelea”, lo que pierdes es la altivez y
necedad, pero lo que ganas es más abundante que aquello que soltaste, pues
ganas: humildad, dominio propio, amor, misericordia, paz, entre otros. (Gálatas
5:22-23).
Hermano, la
exhortación es para que de aquí en adelante aprendamos a ser dadores alegres, a
dar (amor, perdón, misericordia, bondad, etc.) no por necesidad, ni con
tristeza, sino con un corazón dispuesto y gozoso, pues Dios ama al dador
alegre. Oración.
«Señor,
quiero aprender a menguar para que cada día crezcas Tú en mi vida, quiero
aprender a ser más como tú, quien das sin esperar algo a cambio. Tu amor, por
ejemplo, es algo que nos has dado, no porque lo merezcamos, sino porque ese es
tu carácter, pues eres un dador alegre. Definitivamente quiero reflejar tu
carácter. Amén. Difundiendo el mensaje
de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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