Buscando la paz
“La paz os
dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro
corazón, ni tenga miedo.” Juan 14:27
¿Alguna vez
has tenido que soportar por meses una construcción cerca al lugar donde vives?,
yo sí; durante 2 años consecutivos he tenido que enfrentar diversos ruidos,
bastante molestos y continuos, de una construcción de: apartamentos, vías,
ciclorutas, locales; y te podría decir que la paz que se siente en mi hogar
cuando la jornada laboral de la constructora termina es impresionante, pues en
esos instantes solo puedes percibir el dulce cantar de las aves, mas el bello y
dulce silencio. Pero con un nuevo amanecer llega la misma rutina, caos y ruido.
Un día en particular me sentía bastante agobiada, no había podido descansar
bien, estaba estresada por cosas pendientes por hacer y de fondo tenía la
sinfonía de la construcción, pero de repente el ruido terminó y todo quedó en
silencio, entonces le agradecí a Dios y pensé ¡qué paz!, ojalá así fuera todo
el tiempo; y justo aquí el Señor llamó mi atención, revelándome que como seres
humanos tendemos a buscar “la paz” en diferentes cosas, por ejemplo, en el aislamiento,
ya sea de lugares, personas, trabajo, pero también en los celulares, juegos,
redes sociales, en todo lo que aisle o aparte el ruido que me molesta, y aunque
estas cosas pueden darte un poco de “calma y paz” por un momento, es cierto que
no la dan como Dios la da (Juan 14:27).
Has notado
que cuando el día está lleno de caos y recurrimos a refugiarnos en el Señor,
por medio de la oración, podemos salir de ese cuarto y tener paz a pesar de que
a nuestro alrededor haya caos, aunque haya ruido, aunque nuestros hijos estén
gritando, incluso, cuando los obreros están trabajando. Precisamente esto es lo
que hacía Jesús, Él también se apartaba a lugares desiertos para tener tiempos
de intimidad con Dios, porque también los necesitaba; alrededor suyo había
ruido, y no de construcción, sino de multitudes de personas que le buscaban
constantemente para que les diera sanidad, pero aun en medio de ese ruido del
mundo Jesús mantenía su paz, pues esta no dependía de que todo estuviera en
silencio o en orden, sino que provenía de su relación con el Padre, pues por
medio de la intimidad con Él experimentaba una de las características del fruto
del Espíritu Santo que es la paz. Paz que sobrepasa todo entendimiento, la paz
de Dios, y que está disponible para todo aquel que la desea (Filipenses 4:6-7). Oración.
«Señor tú
dices en tu palabra que busque la paz y la siga, he conocido que esa paz solo
proviene de ti y me permites experimentarla como fruto por medio de la
intimidad contigo. Padre no quiero dejar de tener tu paz, pues entiendo que
solo con ella puedo vivir adecuadamente sin dejarme abrumar por el ruido y el
caos de este mundo, amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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