Mentalidad
de pobreza
Porque tú
dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y
no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.”
Apocalipsis 3:17
“y renovaos
en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios
en la justicia y santidad de la verdad.” Efesios 4:23-24
Aunque
algunos ostentan riquezas materiales, lujos, placeres, entre otras cosas, todas
perecederas o temporales, no tienen lo más importante: paz interior. Y esta paz
solo la puede dar Cristo. La paz que viene de conocer y entender que Dios, a
través de Cristo, nos salvó de nuestra condición, pues lo habíamos perdido todo
por el pecado, realmente estábamos en la miseria (enfatizando que no se trata
de riquezas materiales sino espirituales), pues como lo dijo el Señor Jesús:
“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su
alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo 16:26).
No había
riqueza humana que pudiera pagar el precio por nuestra alma, destinada al
ocaso, al más profundo foso de oscuridad; sin embargo, Cristo intervino y
podemos recordar en 2 Corintios 8:9 lo que hizo en nuestra pobreza:“Porque ya
conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo
pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.”.
Sí, se hizo
pobre despojándose a sí mismo y haciéndose uno de nosotros, pero sin pecado,
para identificarse con la raza humana y poder liberarla, tanto así que se hizo
llamar “El hijo del hombre” (Lucas 9:22); nos reemplazó en la cruz, tomando
nuestros pecados y pagando el precio de nuestra paz.
Selló su
victoria resucitando al tercer día y con esto fuimos resucitados juntamente con
Él (Romanos 6:4-6), somos ahora herederos de Dios y coherederos con Cristo
(Romanos 8:17), qué noticia tan maravillosa: somos ricos espirituales, somos
hijos del dueño de todo, del Creador del universo, por la gracia de Cristo; por
lo tanto, no debemos vivir como mendigos espirituales, sino aprovechar todas
las riquezas en gloria en Cristo Jesús, que el Padre amorosamente nos ha dado
para que generosamente compartamos con todo este empobrecido mundo: sabiduría,
amor, paz interior y todo el fruto de su Espíritu a nuestra disposición.
Predicar a Cristo es repartir la única riqueza que vale la pena, para dejar la
mentalidad de pobreza. Oración.
«Padre, que
esas riquezas con las cuales has enriquecido cada área de mi vida, cada día las
pueda gozar y así mismo compartir con todo aquel que esté empobrecido; gracias
por tu inagotable gracia para con nosotros en Cristo Jesús, amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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