La mente de
Cristo, parte 1
“Porque
¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la
mente de Cristo.” 1 Corintios 2:16
¿Qué tanto
estamos viviendo conforme a esta verdad? ¿Sabes y crees que tienes la mente de
Cristo?
La mente de
Cristo en nosotros, en su concepto más directo, nos da a entender que, por el
Espíritu Santo que mora en cada persona que ha creído en Jesucristo como su
Señor y Salvador, tenemos el poder o la capacidad de entender y discernir las
cosas de Dios (1 Corintios 2:14-16).
Ahora bien,
este conocimiento espiritual es tan profundo y completo que no se queda
solamente en algo doctrinal o teórico, sino que el Espíritu que hemos recibido
y quien sabe todas las cosas, nos revela todo lo que el Señor nos ha concedido
en todas las áreas de nuestra vida (1 Corintios 2:12). Sin embargo, para que
esto suceda en cada uno de nosotros, es fundamental que consultemos y confiemos
en que “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien
en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el
día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo
primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación
privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los
santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” (2
Pedro 1:19-21).
Quiere decir
que, lo que nos enseña y revela el Espíritu Santo va en comunión perfecta con
la Palabra de Dios, puesto que es la Biblia el libro que Dios por su Espíritu
inspiró a otras personas para que escribieran sus pensamientos, y así mismo
ahora, a personas llenas de su Espíritu y que escudriñan su Escritura, es a
quienes se los permite entender, “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo
no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha
preparado para los que le aman.” (1 Corintios 2:9).
Hermanos, es
un hecho que tenemos la mente de Cristo, pues el Padre por su Espíritu nos la
ha concedido, sin embargo, para que la experimentemos en nuestro diario vivir,
es necesario que cada mañana perseveremos en conocer, creer e interiorizar el
pensamiento de Dios, escrito en su Palabra y revelado por su Espíritu. Y
entonces, fundados nuestros pensamientos en el poder y la sabiduría de Dios,
podremos de manera certera, en toda situación o circunstancia, discernir lo que
proviene y lo que no proviene de Dios.
Oración.
«Padre
bueno, gracias por tu Espíritu y tu Palabra; gracias por la revelación que de
ella me das a través de tu Espíritu; gracias por enseñarme que ahora poseo la
mente de Cristo, permíteme, por favor, vivir conforme a esta verdad,
perseverando cada día en tus pensamientos y así conocer tu voluntad, en el
nombre de Jesucristo tu amado Hijo, amén.
Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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