La mente de Cristo, parte 2
“Por nada
estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en
toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa
todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en
Cristo Jesús. Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo
honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen
nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Filipenses 4:6-8
Conociendo
ahora que poseemos la mente de Cristo (1 Corintios 2:16), es necesario, como
decíamos en el devocional anterior, que cada día perseveremos en vivir conforme
a ella. Tener la mente de Cristo implica que sus pensamientos sean los
nuestros, que su Palabra esté de continuo en nuestra mente. De manera que, como
también aprendíamos ayer, para que esto suceda, debemos permanecer diariamente
escudriñando y meditando en la Palabra de Dios, de esta forma, como lo explica
Romanos 12:2, hacemos que los actuales y equivocados pensamientos que tenemos
en nuestra mente y que están conforme a la corriente del mundo, vayan siendo
cambiados por los buenos, agradables y perfectos pensamientos de Cristo.
La Palabra
de Dios hoy nos dice que, debemos pensar en todo lo que es verdadero, todo lo
honesto, lo justo, lo puro, lo amable, todo lo que sea de buen nombre; en todo
lo que haya virtud y en lo que sea digno de alabar; pero si somos honestos, la
verdad es que nuestros pensamientos divagan mucho en la preocupación, el temor
y la incertidumbre; vivimos meditando o considerando lo que escuchamos en la
radio, la televisión o en lo que mi amigo o vecino dijo, es decir, en todo,
menos en la fuente de la verdad, del gozo y de la esperanza y la paz, no
estamos permaneciendo en las Palabras de nuestro Salvador.
Nuestro
Señor Jesús en Juan 15:7 nos dice “Si permanecéis en mí, y mis palabras
permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.” Porque
cuando nosotros continuamente estamos en la Presencia del Señor a través de la
oración con acción de gracias y diariamente contemplamos su Palabra,
ciertamente sus pensamientos estarán de continuo en nuestra mente y, gracias al
Espíritu Santo que intercede por nosotros conforme a la voluntad de Dios,
tenemos la seguridad de que lo que pedimos nos será hecho (Romanos 8:26-27, 1
Juan 5:14-15). Oración.
«Padre Celestial,
una vez más te doy gracias por tu Espíritu y tu Palabra. Gracias porque tu
Espíritu está en mí y tu Palabra es compartida por muchísimos medios. Quiero,
Padre bueno, que me guíes en mi diario caminar, llevándome continuamente a
contemplar tu Palabra y la hermosura de tu Santidad; gracias porque sé que lo
harás y que por medio de tu Espíritu tus pensamientos estarán de continuo en mi
mente, en el nombre de tu amado Hijo, amén.
Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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