Soltar
implica confiar
“Y lo
entregó a sus siervos, cada manada de por sí; y dijo a sus siervos: Pasad
delante de mí, y poned espacio entre manada y manada. Y mandó al primero,
diciendo: Si Esaú mi hermano te encontrare, y te preguntare, diciendo: ¿De
quién eres?, ¿y adónde vas?, ¿y para quién es esto que llevas delante de ti?,
entonces dirás: Es un presente de tu siervo Jacob, que envía a mi señor Esaú; y
he aquí también él viene tras nosotros”. Génesis 32:16-18.
La
inestabilidad de Jacob, conocido como “el engañador”, “el maquinador” se ve en
este pasaje. Después de haber tenido un encuentro sobrenatural con Dios donde
el Señor le habla y le dice: “Vuélvete a la tierra de tus padres, y a tu
parentela, y yo estaré contigo”, Génesis 31:3.
Ahora Jacob,
entra en desesperación recordando su conflicto con su hermano Esaú, al que
había engañado 20 años atrás, se olvidó de lo que Dios le había prometido y
tuvo temor de morir. Entonces idea un plan para aplacar y suavizar la
situación, una vez más usó sus artimañas enviando presentes con sus siervos,
antes de encontrarse cara a cara con Esaú. Nuevamente aflora su condición
anterior tratando de hacer las cosas por sí mismo y en sus fuerzas, sin contar
con Dios; y aun después de haber expresado un tremendo clamor penitente delante
del Señor, en Génesis 32:10-11.
Es lo mismo
que nos sucede a nosotros, después de haber orado, de reconocer nuestra propia
indignidad y de rogar pidiendo por liberación, volvemos a desconfiar y tratamos
de obrar como pensamos y olvidamos completamente las promesas que el Señor ya
nos ha dado, esto impide la transformación total de nuestra vida. Cuando
hacemos las cosas según nuestro criterio, cuando nos aferramos a nuestros
planes, cuando no soltamos nuestro pasado, es imposible que Dios pueda obrar en
nosotros como Él quiere.
También ponemos
en entredicho lo que ya hemos confesado con nuestra boca delante de otros,
acerca de lo que Dios hace en nosotros. Los siervos de Jacob debían estar
confundidos al verlo lleno de temor, después de ver la respuesta a la oración
que hizo a Dios, cuando lo rodeó de ángeles divididos en dos grupos o
campamentos que salieron a su encuentro, Génesis 32:1. Esta experiencia
indicaba la presencia protectora de Dios. “Y dijo Jacob cuando los vio:
Campamento de Dios es este; y llamó el nombre de aquel lugar Mahanaim”, Génesis
32:2, pero, al intimidarse ante su hermano, pudo ser muy desconcertante para
ellos, pues se olvidó que Dios iba cuidándolo paso a paso. Cuántas veces con
nuestras actitudes podemos estar invalidando la acción de Dios sobre nuestra
vida y confundiendo a otros con nuestra débil fe.
Evaluemos si
nuestros labios dicen una cosa, pero nuestra vida muestra otra diferente.
Seamos conscientes que Dios insistirá una y otra vez hasta que abandonemos
nuestros planes, que dejemos de actuar en nuestras fuerzas, soltemos las
riendas de nuestros asuntos y se los entreguemos a Él para que obre en
nosotros. Dejemos de pelear solos, descansemos en el poder del Dios que libra
nuestras batallas como dice Éxodo 14:14: “Jehová peleará por vosotros, y
vosotros estaréis tranquilos”. Recuerda, “soltar” implica “confiar en el que
nunca nos soltará”. Oración.
«Amado Dios,
quiero descansar en tu poder, ayúdame a soltar todas mis cargas sobre ti y
confiar en que tú me sustentarás, quita todo temor de mi corazón, que yo pueda
apoyarme en tus promesas, porque has declarado estar conmigo todos los días
hasta el fin del mundo, que no me dejarás, ni me desampararás, en Cristo Jesús,
amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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