¿Hasta
cuándo?
“¿Hasta
cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro
de mí? ¿Hasta cuándo pondré consejo en mi alma, con tristezas en mi corazón
cada día? ¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí? Mira, respóndeme,
oh Jehová Dios mío; alumbra mis ojos, para que no duerma de muerte; para que no
diga mi enemigo: Lo vencí. Mis enemigos se alegrarían, si yo resbalara. Más yo
en tu misericordia he confiado; mi corazón se alegrará en tu salvación. Cantaré
a Jehová, porque me ha hecho bien”. Salmos 13:1-6
Este salmo
de David es un lamento y una súplica individual en un momento de angustia;
David estaba rodeado por sus enemigos, quizás Saúl y Absalón su hijo, que
querían destruirlo. En su lamento repite cuatro veces: ¿hasta cuándo? Esto
muestra la impaciencia humana cuando no vemos una respuesta rápida de Dios.
Puede ser una pregunta que a menudo hacemos cuando sufrimos y pareciera que
Dios no escucha nuestras oraciones; empezamos a dudar de su poder, pensamos que
el Señor nos ha olvidado y nos sentimos lejos de su presencia y aún más,
pareciera que los problemas prevalecieran sobre nosotros.
Cuando Dios
está en silencio es porque está obrando, pero creemos que se ha ocultado de
nosotros y no tenemos comunión con Él como antes. Esto solo es una mezcla de
angustia, sufrimiento y duda, que genera un gran conflicto interior, que nubla
nuestro entendimiento para que no veamos el amor de Dios y su actuar en nuestra
vida. Entonces, ¿Cómo deberíamos reaccionar en momentos así?
El mismo
salmo nos da la respuesta, en el hay tres cosas que deberíamos seguir haciendo,
en medio de las angustias; y evidentemente David lo hizo:
1) Siguió
orando: a pesar de su debilidad en la carne prosiguió con su clamor: “Mira,
respóndeme, oh Jehová Dios mío; alumbra mis ojos, para que no duerma de muerte;
para que no diga mi enemigo: Lo vencí. Mis enemigos se alegrarían, si yo
resbalara”. Esto implica derramar el corazón ante Dios, por eso no dejemos de
orar aun cuando pareciera que Dios no está.
2)Siguió
confiando: aun sin ver la respuesta: “más yo en tu misericordia he confiado”.
Nuestra fe tiene que tener la base en la misericordia de Dios, porque el Señor
es fiel y nunca falla.
3)Siguió
regocijándose y alabando al Señor: “mi corazón se alegrará en tu salvación.
Cantaré a Jehová, porque me ha hecho bien”. Dios era su fuente de gozo. En
medio de su experiencia vio la bondad de Dios. Es lo mismo que debemos hacer
cuando estemos en desesperación, traer a memoria todo lo que el Señor ya ha
hecho por nosotros y glorificar su poderoso nombre.
Cuando
empezamos a adorar y a alabar a Dios, nuestros problemas se ponen en
perspectiva; debemos afirmar nuestra fe basados en lo que Dios es y en sus
promesas, recordando lo bueno que ha sido con nosotros y confiando en que su
amor nunca falla.
Todo ese
clamor termina en un silencioso descanso, con una oración de confianza y
exaltación que traen paz al alma. Oración.
«Señor
Jesús, quiero que mi oración delante de ti sea una oración sincera, derramo mi
corazón en tu presencia, perdóname si te pregunto ¿Hasta cuándo?, pero es que
estoy viviendo momentos de angustia. Confío en que me conoces y sabes lo que
necesito, sé que por tu misericordia has escuchado mi clamor y me responderás
en el momento oportuno. Enséñame a esperar en tu amor que nunca falla, en tu
fidelidad que es nueva cada día y en tu salvación que llena de gozo mi corazón.
En Cristo Jesús, amén. Difundiendo el
mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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