Dispuestos a
entregarlo todo
“Y ellos
respondieron: Aquel varón nos preguntó expresamente por nosotros, y por nuestra
familia, diciendo: ¿Vive aún vuestro padre? ¿Tenéis otro hermano? Y le
declaramos conforme a estas palabras. ¿Acaso podíamos saber que él nos diría: ¿Haced
venir a vuestro hermano? Entonces Judá dijo a Israel su padre: Envía al joven
conmigo, y nos levantaremos e iremos, a fin de que vivamos y no muramos
nosotros, y tú, y nuestros niños. Yo te respondo por él; a mí me pedirás
cuenta. Si yo no te lo vuelvo a traer, y si no lo pongo delante de ti, seré
para ti el culpable para siempre”. Génesis 43:7-9
“Y el Dios
Omnipotente os dé misericordia delante de aquel varón, y os suelte al otro
vuestro hermano, y a este Benjamín. Y si he de ser privado de mis hijos,
séalo”. Génesis 43:14
En esta
porción del Génesis se nos muestra a Jacob el padre de las doce tribus de
Israel, cuyo padecimiento iba en aumento, no había superado la desaparición de
su hijo José, que llevaba casi veinte años extraviado y que creía muerto, ahora
había una gran hambruna sobre la tierra de Canaán, Génesis 43:1 y enfrentaba la
posibilidad de perder a su hijo menor, Benjamín. Les preguntó a sus hijos ¿por
qué le habían causado ese mal diciendo en Egipto, que tenían un hermano menor?
Ya había
perdido a José y pensó que no resistiría perder a otro hijo, pero tenía que
entregarlo para que en Egipto les dieran comida para sobrevivir, por eso se
resignó diciendo: “Y el Dios Omnipotente os dé misericordia delante de aquel
varón, y os suelte al otro vuestro hermano, y a este Benjamín. Y si he de ser
privado de mis hijos, séalo”. No tuvo más que confiar en Dios y dejar ir a
Benjamín, pero cuando lo hizo, las cosas cambiaron.
Judá
entendía la agonía por la que estaba pasando su padre y sabía que, si perdía a
Benjamín, probablemente moriría de pena. Judá era un hombre cambiado ahora
estaba dispuesto a dar la vida para salvar a su hermano menor, lo que no hizo
con José, Génesis 44:32-34.
Conocemos la
historia y sabemos que José seguía con vida, pero estaba probando a sus
hermanos, para ver qué había en su corazón; en medio de todas estas
circunstancias se estaban cumpliendo los propósitos de Dios revelados en sueños
a José, Génesis 43:26-28, cuando vio a sus hermanos y especialmente a Benjamín,
se conmovió tanto que tuvo que buscar un lugar donde llorar, Génesis 43:30.
Si vemos
esta historia a la luz del Nuevo Testamento, se nos recuerda que nuestro Padre
Dios, entregó a su unigénito Hijo, para calmar el hambre y la sed espiritual de
la humanidad y salvarnos. Jacob envió a su hijo menor, para salvar de la
hambruna a su familia.
Ante
situaciones difíciles como ésta, tenemos que soltar y dejar todo en manos de
Dios, porque a menudo no es hasta que abandonamos y consagramos una causa en
manos del Señor, que Él actúa a nuestro favor. Recordemos lo que dice el Salmo
37:5: “Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará”.
El Señor nos
está llamando a actuar en nombre de quienes padecen hambre, no sólo física sino
espiritual. ¿Cuánto estamos dispuestos a sacrificarnos, siendo compasivos,
misericordiosos y llevando el mensaje del evangelio para saciar el hambre
espiritual de este mundo? Oración.
«Amado Padre
celestial, gracias por la maravillosa manera de llevar a cabo tus planes en mi
vida y en la de todos los que confían en ti. Quiero soltar en tus manos, cada
situación que me parece imposible, para que actúes en mi favor y especialmente
haz que no sea indiferente al hambre espiritual y física de los que me rodean;
que sea un instrumento de compasión y de misericordia para ayudar a quienes lo
necesitan y especialmente ayúdame a llevar tu Palabra para calmar su hambre
espiritual. Amén. Difundiendo el mensaje
de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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