El carácter de Cristo
“Porque
ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis”.
Juan 13 :15
“Hijitos míos,
por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en
vosotros”. Gálatas 4:19
Para empezar
esta reflexión tenemos que entender que el carácter es el conjunto de
cualidades psíquicas heredadas o adquiridas que forman la personalidad de un
individuo y condicionan su conducta y su manera de ser. Es lo que somos y nos
caracteriza.
Lo que más
anhela nuestro Padre celestial es que nos parezcamos a Jesús, es una meta muy
alta, pero para parecernos a Él, tenemos que conocerlo. El Señor dijo en Juan
17:3 “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero y
a Jesucristo, a quien has enviado”. Cuando queremos ser como alguien, debemos
seguir su ejemplo; y ser como Jesús sólo se logra por el poder del Espíritu
Santo en nosotros.
Pablo
también demuestra su angustia por la iglesia de Gálatas, porque ellos estaban
yendo en una dirección contraria al evangelio de Cristo y él deseaba ver a
Cristo visible en sus vidas. Es lo mismo que le expresó a los corintios en 2
Corintios 3:18 “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en
un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la
misma imagen, como por el Espíritu del Señor”. Nuestra transformación a la
imagen de Cristo sólo puede ser posible cuando ya no vivimos en los deseos de
nuestra carne, sino que vivimos llenos y controlados por el Espíritu Santo,
Gálatas 5:16-17, Gálatas 5:22-23.
Dios es el
más interesado en que Cristo sea formado en nosotros y no escatimará ninguna
cosa que nos pase, para cumplir su propósito en nuestras vidas, como dice
Filipenses 1:6 “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la
buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. Si para
perfeccionarnos tiene que someternos a diversas pruebas, lo hará.
En el Sermón
del monte en Mateo 5:1-11 se hace una descripción del carácter de Cristo y de
lo que Dios quiere ver en nosotros, sus hijos; pero este sermón es para
aquellos que han escuchado el llamado de Jesús, que lo siguen y que suben al
monte a estar con Él y que llama “bienaventurados”, o sea, benditos y felices.
Si vemos estas cualidades podríamos decir: ¿qué tienen de bienaventuradas este
tipo de personas?: los pobres de espíritu, los que lloran, los mansos, los que tienen
hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los de limpio corazón, los
pacificadores, y los que sufren persecución y vituperio; y lo único que podemos
concluir es que el mundo espiritual es diferente al secular y por eso Jesús nos
llama a ser como Él, con un total desapego a lo que este mundo ofrece: las
riquezas, el placer y la vanagloria, que no conducen a la verdadera felicidad.
La
consecuencia de parecernos a Cristo es que seremos sal y luz del mundo y otros
glorificaran a Dios por lo que ven en nosotros, como dice Mateo 5:16: “Así
alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas
obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Oración.
«Amado Jesús
cuánto anhelo ser como tú, sé que formar tu carácter en mí implica pasar por
muchas cosas para que mi ego mengüe y tú crezcas dentro de mí. Ser como tú es
vivir lleno y controlado por tu Santo Espíritu, renunciando a todo lo que este
mundo ofrece, viviendo en dependencia y santidad para poder ser luz y sal para
esta tierra. En el nombre de Jesús, amén.
Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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