El encargo
de Jesús
“Cuando vio
Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a
su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y
desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.” Juan 19:26-27 RVR 1960
“Volvió a
decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí,
Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas.” Juan 21:16 RVR 1960
“Por tanto,
id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las
cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta
el fin del mundo. Amén.” Mateo 28:19-20 RVR 1960
Desde que
Jesús comenzó su ministerio hasta el momento de su crucifixión, estuvo
enseñando a sus discípulos en amor, El caminó, hizo milagros y compartió con
ellos grandes verdades del Reino de Dios, todo esto era una preparación para lo
que había de venir; cuando llego el momento empezó a delegarles
responsabilidades, al fin y al cabo, para esto los había preparado, a Juan, el
discípulo amado, durante el momento antes de su muerte aun estando en la cruz,
le encarga el cuidado de su madre, con lo cual podemos ver en cuan alta estima
lo tenía para delegarle tan grande responsabilidad; a Pedro, después de la
resurrección le encarga pastorear sus ovejas, es decir su Iglesia,
demostrándole cuanto lo amaba y cuán importante era para Él, a pesar de sus
errores y fracasos, lo restauró para que fuera un instrumento útil en su obra;
finalmente, antes de subir al cielo, le encargo a sus 11 discípulos ir y hacer
discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo; enseñando que se deben guardar, es decir obedecer,
todas las cosas que Jesús había mandado; y les recordó que siempre estaría con
ellos. Estos encargos de Jesús nos demuestran el amor por sus discípulos.
Gracias a la
fe en su Maestro, que los llevó a la obediencia con la ayuda del Espíritu
Santo, estos hombres ordinarios, pudieron llevar a cabo tan maravillosa tarea,
ir por todo el mundo haciendo discípulos para Cristo. Ellos fueron primero
discípulos y luego fueron enviados a hacer discípulos. Sus vidas son un ejemplo
de lo que Dios puede hacer con personas comunes y corrientes. Hoy más de dos
mil años después podemos ver cómo Jesús sigue haciéndonos el mismo encargo,
pidamos al Espíritu Santo su ayuda para que nosotros podamos continuar llevando
a cabo tan extraordinaria comisión. Oración.
«Señor
Jesús, gracias por caminar conmigo a diario, haciéndome ser un discípulo tuyo,
ayúdame con tu Espíritu, a llevar a cabo ese gran encargo de ir y hacer
discípulos. Amén. Difundiendo el
mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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