El amor de
Dios Hijo
“Mas Dios
muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió
por nosotros.” Romanos 5:8
“Pero Dios,
que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando
nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia
sois salvos)” Efesios 2:4-5
El amor de
Dios Hijo se ve en su máxima expresión en la cruz, pues ahí, Él mismo estaba
tomando el lugar que nos merecíamos por nuestros pecados y moría en lugar de
nosotros. Una definición de misericordia dice que, misericordia, es no recibir
lo que merecemos; y precisamente al ser Dios rico en misericordia, por su gran
amor con que nos amó, no nos estaba dando nuestro merecido, al contrario, por
su gracia Dios nos estaba salvando al entregar su vida por amor a nosotros.
Una
definición de gracia dice que, la gracia, es recibir lo que no se merece; y
precisamente la gracia de Dios es un regalo que no merecíamos y nos permite ver
el carácter y el amor de Dios. El acto más sublime de amor se ve en la cruz,
donde el Hijo de Dios, Jesucristo, entregó por amor su vida, para pagar el
precio que demandaba la justicia de Dios por los pecados de la humanidad.
Ese acto de amor
nos permite a nosotros, que estábamos muertos en pecados, ser salvados al
arrepentirnos y recibir al Señor Jesús en nuestros corazones por fe, no lo
merecíamos, no podíamos hacer nada para obtener esa salvación, pero aun así,
Dios, cuando éramos pecadores, decidió morir por nosotros, dejándonos ver su
esencia, su amor.
La cruz nos
habla del amor más grande, de ese amor redentor, ese amor que tomó a un pecador
que estaba sucio y muerto y lo limpió y le dio vida. Ahora que en Cristo
tenemos vida, pidamos al Espíritu Santo que podamos comprender, con todos los
santos, cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de
conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seamos
llenos de toda la plenitud de Dios (Efesios 3:18-19). Oración.
«Gracias
Señor por tu amor, ese amor que fue capaz de entregar su propia vida hasta
derramar la última gota de sangre en la cruz, para pagar el precio que yo tenía
que pagar por mis pecados; siempre estaré agradecido por ese amor inmerecido
que me salvó. Te adoro mi Señor y Salvador Jesús, amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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