jueves, 21 de mayo de 2020

Vanidad de vanidades, todo es vanidad


Vanidad de vanidades, todo es vanidad
“Vanidad de vanidades, dijo el predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.” Eclesiastés 1:2
“¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.” Eclesiastés 1:9
“Generación va, y generación viene; más la tierra siempre permanece. Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta. El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo. Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo.” (Eclesiastés 1:4-7) Este es el devenir de la vida, de la naturaleza y del hombre, claro, concreto, indiscutible y pasajero. Todo es vanidad.
Y en esa vanidad, que es la vida del hombre, al vivir alejado de Dios se apodera de él el egoísmo, el orgullo, la avaricia, la soberbia y todos los deseos de la carne y, se olvida de su fragilidad, de su temporalidad, de la vanidad de su vida y es capaz de pasar por encima de sus semejantes con el fin de lograr su mezquinos propósitos. Olvida lo que claramente Dios ha establecido: “Ciertamente como una sombra es el hombre; ciertamente en vano se afana; amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá.” (Salmos 39.6)
Ante la dura prueba del coronavirus, un mundo dominado por el consumismo, la ambición y la avaricia, comienza a darse cuenta que hay cosas mucho más importantes que todo aquello por lo que hasta ahora ha sido su objetivo fundamental y muchas personas, de todos los niveles sociales, han vuelto sus ojos a Dios, reconociendo que en circunstancias como estas en que el hombre no encuentra la salida, Dios es su única esperanza. Vemos en esto el cumplimiento de su Palabra que nos dice: “Con castigos por el pecado corriges al hombre, y deshaces como polilla lo más estimado de él; ciertamente vanidad es todo hombre.” (Salmos 39:11)
Gracias te damos amado Padre, por habernos revelado la vanidad de la vida humana para poner nuestros pensamientos en las cosas eternas y no en aquellas que solo son polvo y que al polvo volverán.   Oración.
«Padre, Señor y Dios nuestro, por tu Palabra nos has enseñado que todo el acontecer de esta vida terrenal es vanidad de vanidades, que todo es vanidad, y que lo único verdaderamente importante está en el reino de los cielos y, en tu amor y misericordia, nos han enseñado el camino que debemos seguir; hoy te pedimos perdón porque llevados de nuestros propios pensamientos y deseos nos hemos apartado de ti y hemos puesto la prioridad en las cosas pasajeras y no en las cosas eternas que tú quieres que sean nuestro propósito. Padre amado, endereza nuestros caminos y nuestras sendas y por tu Santo Espíritu susténtanos para andar en esa senda estrecha que conduce a tu santa presencia. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

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