Vanidad de
vanidades, todo es vanidad
“Vanidad de
vanidades, dijo el predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.”
Eclesiastés 1:2
“¿Qué es lo
que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará;
y nada hay nuevo debajo del sol.” Eclesiastés 1:9
“Generación
va, y generación viene; más la tierra siempre permanece. Sale el sol, y se pone
el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta. El viento tira
hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el
viento de nuevo. Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de
donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo.” (Eclesiastés
1:4-7) Este es el devenir de la vida, de la naturaleza y del hombre, claro,
concreto, indiscutible y pasajero. Todo es vanidad.
Y en esa
vanidad, que es la vida del hombre, al vivir alejado de Dios se apodera de él
el egoísmo, el orgullo, la avaricia, la soberbia y todos los deseos de la carne
y, se olvida de su fragilidad, de su temporalidad, de la vanidad de su vida y
es capaz de pasar por encima de sus semejantes con el fin de lograr su
mezquinos propósitos. Olvida lo que claramente Dios ha establecido:
“Ciertamente como una sombra es el hombre; ciertamente en vano se afana;
amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá.” (Salmos 39.6)
Ante la dura
prueba del coronavirus, un mundo dominado por el consumismo, la ambición y la
avaricia, comienza a darse cuenta que hay cosas mucho más importantes que todo
aquello por lo que hasta ahora ha sido su objetivo fundamental y muchas
personas, de todos los niveles sociales, han vuelto sus ojos a Dios,
reconociendo que en circunstancias como estas en que el hombre no encuentra la
salida, Dios es su única esperanza. Vemos en esto el cumplimiento de su Palabra
que nos dice: “Con castigos por el pecado corriges al hombre, y deshaces como
polilla lo más estimado de él; ciertamente vanidad es todo hombre.” (Salmos
39:11)
Gracias te
damos amado Padre, por habernos revelado la vanidad de la vida humana para
poner nuestros pensamientos en las cosas eternas y no en aquellas que solo son
polvo y que al polvo volverán. Oración.
«Padre,
Señor y Dios nuestro, por tu Palabra nos has enseñado que todo el acontecer de
esta vida terrenal es vanidad de vanidades, que todo es vanidad, y que lo único
verdaderamente importante está en el reino de los cielos y, en tu amor y
misericordia, nos han enseñado el camino que debemos seguir; hoy te pedimos
perdón porque llevados de nuestros propios pensamientos y deseos nos hemos
apartado de ti y hemos puesto la prioridad en las cosas pasajeras y no en las
cosas eternas que tú quieres que sean nuestro propósito. Padre amado, endereza
nuestros caminos y nuestras sendas y por tu Santo Espíritu susténtanos para
andar en esa senda estrecha que conduce a tu santa presencia. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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