Deléitate en
Dios
“Deléitate
asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón.” Salmo 37:4
“Porque
entonces te deleitarás en el Omnipotente, y alzarás a Dios tu rostro” Job 22:26
El deleite
con Dios comienza cuando arrepentidos de nuestros malos caminos, buscamos su
rostro, buscamos su misericordia y volvemos en amistad con Él; cuando oímos su
voz y ponemos sus palabras en nuestro corazón y las cumplimos; cuando nos
rendimos delante de su presencia y sujetamos a su voluntad nuestro corazón y
nuestra vida para honrarle y glorificarle en todos los tiempos, momentos y
circunstancias, y esto solo es posible viviendo en el Espíritu, porque Dios es
Espíritu. “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne;
pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.” (Romanos 8:5)
Cuando
vivimos en el Espíritu y nos deleitamos en Dios, Él concede los deseos de
nuestro corazón y no niega las peticiones de nuestros labios. (Salmo 21:2)
Porque cercano está a todos los que le invocan, a los que le invocan de veras,
cumple el deseo de los que le temen, oye el clamor de ellos y los salva, guarda
a todos los que le aman y destruye a todos los impíos. (Salmo 145:18-20)
En estos
momentos angustiosos del mundo, nada mejor, que buscar ese alto refugio, esa
torre fuerte, ese Dios incomparable que nos ama con un amor que supera nuestro
propio entendimiento y deleitarnos en Él, andando en sus caminos, obedeciendo
su voz y apropiándonos de su promesa que nos dice: “Pedid, y se os dará;
buscad, y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe;
y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.” (Mateo 7:7-8)
Encontraremos en su cumplimiento esa paz, consuelo, esperanza, esa mano
poderosa, creadora de los cielos, de la tierra, de la mar y de las fuentes de
las aguas, que nunca nos soltará, aunque estemos atravesando por valle de
sombra de muerte. (Salmos 23:4). Oración.
«Padre,
Señor y Dios mío, el anhelo más grande de mi corazón es que real y
verdaderamente seas para mi ser y para mi vida; mi Señor, mi Dios, mi Rey y mi
todo, de modo que me deleite en ti, adorando, alabando, bendiciendo, exaltando
tu santo nombre, obedeciendo la voz de tu palabra y honrando y glorificando tu
nombre en todos los tiempos, en todos los momentos y en todas las
circunstancias de esta vida, que tú me permitas vivir. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario