Las promesas
de Dios son verdad, se cumplen
“Porque
todas las promesas de Dios son en él sí, y en él amén, por medio de nosotros,
para la gloria de Dios.” (2 Corintios 1:20)
Todas las
promesas contenidas en las sagradas escrituras las ha dado Dios para bendición
de nuestras vidas, son nuestra luz y nuestra esperanza en el día de la
angustia, son la salida que Dios nos da en el momento de la prueba; son el
consuelo para la tristeza, la fortaleza en los momentos de debilidad, la paz en
medio de la tormenta, la luz en medio de la oscuridad y la esperanza cuando
creemos que todo está perdido.
Las promesas
contenidas en las Sagradas Escrituras tienen tres características:
a) Son
promesas de Dios y en Él son
sí, y en Él
son amén.
b) El medio
para su cumplimiento somos nosotros.
c) Son para
la gloria de Dios.
Por tanto,
al ser promesas de Dios, son verdad y se cumplen.
Nosotros
como medio para su cumplimiento, lo que aportamos, es la fe que es “La certeza
de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve.” (Hebreos 11:1) Debe
ser una fe que nos impulse a la acción, esa fe que obra por el amor como dice
en (Santiago 2:14,17): “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que
tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Así también la fe, si no
tiene obras, es muerta en sí misma.”
La promesa
cumplida es para la honra y gloria de Dios, el hombre no tiene mérito alguno en
ello y claramente lo establece en su Palabra que nos dice: “Yo Jehová; este es
mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas. He aquí se
cumplieron las cosas primeras, y yo anuncio cosas nuevas; antes que salgan a
luz, yo las haré notorias.” (Isaías 42: 8-9)
Por todo
esto hermanos, cuando nosotros esperamos de Dios el cumplimiento de una de sus
promesas, debemos hacerlo de la manera que Él nos enseña: “Pero pida con fe, no
dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es
arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien
tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.” (Santiago 1:6-7) Oración.
«Padre Dios,
en tu amor y en tu misericordia has dejado escritas para nosotros tus hijos,
multitud de promesas que atienden a nuestras necesidades físicas, espirituales
y materiales que, en tu omnisciencia, sabías que tendríamos en un mundo en que
nos dices que no encontraremos paz sino angustia y, esas promesas contenidas en
las sagradas escrituras, como toda tu palabra, son para que se cumplan hasta la
última jota y hasta la última tilde y para su cumplimiento en nuestras vidas
necesitamos fe, esa fe que nace, crece y se fortalece en el oír tu Palabra.
Llénanos Señor con tu Espíritu y danos la sabiduría para conocer, entender y
aplicar tu Palabra a nuestras vidas. Amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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