Ninguno
puede servir a dos señores
“Ninguno
puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o
estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las
riquezas.” Mateo 6:24
Dios pone
delante de nosotros dos caminos y en su respeto a nuestro libre albedrío, deja
a nosotros la decisión de escoger y llama a los cielos y a la tierra por
testigos contra nosotros de que ha puesto delante la vida y la muerte, la
bendición y la maldición, e incluso, en su amor, nos aconseja: escoge, pues, la
vida, para que vivas tú y tu descendencia. (Deuteronomio 30:19)
En el
momento en que tomamos la decisión y escogemos un camino, también escogemos al
señor de ese camino para que gobierne nuestras vidas, porque el hombre no es
señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos. (Jeremías
10:23) Por eso, no podemos servir a los señores de los dos caminos, porque al
escoger un camino es el señor de ese camino quien guía nuestros pasos y nuestro
corazón.
Dios, por
ser omnisciente, sabe desde antes, que la gran debilidad de esta iglesia, la de
los últimos tiempos, sería la tibieza en su relación con Él (Apocalipsis 3:15),
una iglesia que quiere amar a Dios sin perder su relación con el mundo, una
iglesia que claudica entre dos pensamientos: El espíritu y la carne. (1 Reyes
18.21)
El tiempo se
acaba y es el momento de decidir el camino que vamos a seguir y confiemos en
que sigamos el consejo del Señor que nos dice “escoge, pues, la vida, para que
vivas tú y tu descendencia”. También amemos y sirvamos al Señor de ese camino,
a Cristo Jesús, con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda
nuestra mente y con todas nuestras fuerzas, (Marcos 12:30) y llenos de su amor
amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos. (Marcos 12:31) Oración.
«Padre,
Señor y Dios mío, tú sabes Señor lo que espiritualmente me falta y sabes
también lo que me sobra para acercarme a ti en Espíritu y verdad, estar en
comunión contigo y que verdaderamente ocupes el primer lugar en mi corazón y mi
vida; que real y verdaderamente seas tú mi Señor, tú mi Dios, tú mi rey, tú mi
todo; porque te amo y te necesito desesperadamente. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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