La avaricia
del hombre
“El que ama
el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará
fruto. También esto es vanidad.” Eclesiastés 5:10
“Como salió
del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada
tiene de su trabajo para llevar en su mano.” Eclesiastés 5:15
En la
actualidad el 1% más rico de la población del mundo posee más riqueza que el
99% de los habitantes del planeta y, esta desigualdad en la distribución de la
riqueza, es la responsable de generar y aumentar todo otro conjunto de
desigualdades que cercenan los derechos de los que menos tienen. Ese 1% más
rico, que ama el dinero, es insaciable y entre ellos compiten por ser el más
rico del mundo o por mejorar posiciones en esa escala de la inequidad humana.
Pero Dios que es justo dice que “el que ama el mucho tener no sacará fruto. También
esto es vanidad” y lo dice porque con estos avaros acontece que “Dulce es el
sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la
abundancia.” (Eclesiastés 5:12)
El amor al
dinero, convertido en avaricia, hace perder al hombre la perspectiva de la
vida, en el sentido de que pierde la proporción de lo que realmente necesita y,
en su insaciable deseo por el dinero, acumula riquezas que en su efímera vida
no alcanzará a gastar y olvida que “Como salió del vientre de su madre, desnudo,
así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su
mano.”
Sigamos por
tanto el consejo de nuestro Padre Celestial “No os hagáis tesoros en la tierra,
donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino
haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde
ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará
también vuestro corazón.” (San Mateo 6:19-21)
Además,
claramente el Señor nos dice: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o
aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro.
No podéis servir a Dios y a las riquezas.” (Lucas 16:13) La decisión es
nuestra. Oración.
«Padre
nuestro que estás en los cielos, líbranos Señor del amor al dinero que conduce
al hombre a la avaricia y a todos los males que de ella se derivan; que nuestro
corazón y nuestra vida sean solamente para amarte a ti Señor con todo nuestro
corazón, y con toda nuestra alma, y con toda nuestra mente, y con todas
nuestras fuerzas y, a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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