Siguiendo tu
voz
“Mis ovejas
oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,” Juan 10:27
Cuando leí este
pasaje tuve la curiosidad de saber si lo que narra el evangelio de Juan sucede
en la vida real, pues nunca he tenido contacto ni con ovejas, ni con pastores.
Decidí recurrir a internet y buscar algo relacionado con esto, para mi sorpresa
¡había un video! Era un experimento que consistía en probar esta teoría. En él
se ve a un pastor enseñando a tres tipos de personas el llamado que utiliza con
sus ovejas. Cada integrante fue pasando, llamó al rebaño tal como se le había
indicado, sin embargo, ninguno tuvo éxito; de repente le dieron el turno al
pastor y te puedo decir ¡qué emoción me dió al ver cómo poco a poco las cabezas
de las ovejas (que estaban pastando), empezaban a levantarse en búsqueda de su
dueño!, seguido a esto cuando lograron ver dónde estaba su pastor, salieron
corriendo a su encuentro, entonces entendí de manera gráfica lo que el Señor
quería enseñarme a través de este pasaje: Si animalitos como estos logran
diferenciar y reconocer la voz de su pastor, a pesar de tanto ruido o de
impostores que quieren hacerse pasar por su dueño, ¿cómo yo siendo un hijo de
Dios no puedo reconocer su voz?
Claramente
el reconocer la voz de nuestro Pastor toma tiempo, tiempo de intimidad, pues
imagínate ¿cuántas horas al día tiene que pasar una oveja con su dueño para
poder reconocerle? ¡Muchas! Debe ser un trabajo de largos años, en el que el
pastor habla y ellas escuchan, establecen su propio lenguaje, su llamado
particular para que no haya confusión. De la misma manera sucede en nuestra
relación con el Señor, necesitamos pasar tiempo de intimidad con Él para poder
reconocer su voz, su manera particular de llamarnos, de tratarnos.
Hermanos,
aprendamos de éstas singulares ovejitas y sigamos su ejemplo, pasemos tiempo de
intimidad con el Señor, aprendamos a reconocer la voz de nuestro Pastor y sigámosle. Oración.
«Señor
Jesús, yo quiero ser de aquellas ovejitas que al escuchar tu voz salen
corriendo a tu encuentro para seguirte. Ayúdame a dedicar más tiempo a nuestra
intimidad pues sólo así podré reconocer fácilmente tu incomparable voz, amén.
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