Mente mía
recuerda que la victoria está en el nombre del Señor
“No os
conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta. “Romanos 12:2
Cuán
importante es tener los pensamientos correctos en nuestra mente, y a través de
la vida de Ana, el Señor en devocionales anteriores nos lo ha estado
recordando, pues ¿cuántos de nosotros, al igual que ella, hemos pensado alguna
vez que la manera en la que Dios concederá nuestras peticiones es a través de
realizar promesas o intercambios? Quizás muchos de nosotros lo hemos hecho,
pero ¡gloria a Dios por permitirnos conocerle en intimidad y por medio de la
revelación de su Espíritu Santo cuando estudiamos Su Palabra! pues gracias a
esto es que entendemos que si el Señor suple nuestras necesidades, no es por
nuestras obras, promesas o intercambios que le ofrezcamos, sino por Su carácter
Bueno, y aunque también sabemos que es Soberano y puede actuar como Él lo
considere pertinente, comprendemos que nunca dejará de ser Justo en todo lo que
hace. Cuando conocemos estas verdades y creemos en ellas experimentamos un
cambio en nuestra manera de pensar, como le pasó a Ana, quien pasó de tener
pensamientos tales como: “Si te dignares a mirar mi aflicción, si te acordares
de mí, si no te olvidaras de mí, si me dieras un hijo varón yo te lo
consagraría” (1 Samuel 1:11ª), a depositar en su mente pensamientos conforme la
verdad del Señor: “Y Ana oró y dijo: Mi corazón se regocija en Jehová, Mi poder
se exalta en Jehová; Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, Por cuanto me
alegré en tu salvación.” (1 Samuel 2:1), al hacer esto vemos cómo de manera
inmediata a Ana le retorna su alegría, no porque haya cambiado su situación,
pues hasta ese momento ella no estaba en embarazo (pues ese era el anhelo que
tenía), sino porque ha descansado y puesto su esperanza en el Señor,
entendiendo que la voluntad de Dios siempre será buena, agradable y perfecta.
Hermanos, es
tiempo de renovar nuestro entendimiento con la verdad de Su palabra y poner
nuevamente nuestra esperanza en quien nunca avergüenza, Jesús. Oración.
«Señor mi
mente dice que no es posible esperar en ti, pero mi corazón, que es ese lugar
en el que está tu Hijo Jesús y tu palabra, me recuerda que sí es posible
hacerlo por medio de la fe puesta en ti, amén.
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