Creo en ti
Jesús
“Le dijo
Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto,
vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees
esto?” Juan 11:25-26
Qué dolorosa
situación la que presentaban Marta y María, y qué difícil de entender en ese
momento las palabras de Jesús, hoy las podemos comprender porque conocemos el
final victorioso de éste suceso, pero ellas en ese momento no, estaban frente a
una realidad en la que su hermano había fallecido. Si nos pusiéramos en su
lugar seguramente podríamos experimentar su dolor, al pensar en la ausencia
física que dejaría la muerte de su hermano, o rabia porque no entenderíamos qué
fue lo que sucedió, quizás hasta haríamos las mismas preguntas y afirmaciones
al Señor: “Si hubieses estado aquí”; pero lo que queremos resaltar en este
devocional no es este cúmulo de sentimientos que emergen en estas situaciones
sino las palabras de Jesús, que producen tanto en Marta como María fe, pues esa
fe es la que debería estar por encima de cualquier tipo de emoción, pues es la
fe la que nos permitirá tener descanso, consuelo y esperanza ante cualquier
situación, por eso el libro de Hebreos nos recuerda que aunque muchos creyentes
murieron físicamente y sin haber recibido lo prometido (porque esperaban algo
mejor) nos resalta que lo que permaneció vivo en ellos fue su fe, y por esa fe
en Jesús ahora están vivos eternamente, gozando en un nuevo hogar de la
presencia de Dios (Hebreos 11:13-16).
Hermanos,
esa debe ser nuestra meta, anhelar una patria mejor, la celestial. Que las
aflicciones de este mundo no nos distraigan ni hagan decaer nuestra fe en que
pronto nos reuniremos todos los hijos de Dios en un lugar mejor, en donde ya no
habrá más llanto, ni dolor, porque las primeras cosas habrán pasado
(Apocalipsis 21:4) Oración inicial
«Señor Jesús
creo en ti y en que eres el Hijo de Dios, sé que tienes preparado un hogar para
mí allá en el cielo y esa es mi esperanza, que esa patria es mucho más grande
que cualquier anhelo que pueda llegar a tener en este mundo, pues nada se
compara con el vivir eternamente junto a ti, amén.
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