Campo
espiritual en ruinas
«Y mientras sembraba, parte de la s
emilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron.» Mateo 13:4
En el
devocional anterior concluimos que al no creer que hemos sido renovados por el
Señor o al creerlo y tender a olvidarlo, vivimos de manera equivocada, pues
creemos que nuestro campo (vidas) no es apto para poder dar fruto cuando
recibimos la Palabra, y a esto es lo que se refiere el Señor con esta parte del
pasaje, que tendemos a olvidar lo que Él nos ha enseñado porque no hemos
permitido que su palabra penetre en nuestras vidas, a causa de nuestra dureza.
Al no
permanecer la semilla (Palabra de Dios) en la vida de nosotros los creyentes
nos hace más propensos a vivir de manera errónea, con campos espirituales en
ruinas, sembrando y cosechando lo incorrecto, pues al faltarnos entendimiento y
la sabiduría de Dios, no sabemos qué sembrar ni cómo cuidar nuestro campo, tal
como le pasó a este hombre en Proverbios 24:30-31 “Pasé junto al campo del
hombre perezoso, Y junto a la viña del hombre falto de entendimiento; Y he aquí
que por toda ella habían crecido los espinos, Ortigas habían ya cubierto su
faz, Y su cerca de piedra estaba ya destruida.» ¡Es increíble que como
creyentes nos acostumbremos a vivir entre espinos, ortigas y con la cerca del
campo destruida! Al tener un campo espiritual bajo esta condición
lastimosamente hace que demos de lo que tenemos: Palabras hirientes, que son
como esas espinas que chuzan, hieren los sentimientos de mi prójimo, o que son
como ortiga que termina produciendo molestia cuando se reciben.
¿Qué hacer
si tengo un campo espiritual de esta manera? Buscar la sabiduría de Dios
(Santiago 1:5), pues recordemos que vivimos en un campo espiritual en ruinas
por falta de entendimiento, pero para que esta sabiduría llegue a nosotros
debemos reconocer que la necesitamos, porque quizás nuestra falta de
entendimiento es porque pensamos que lo sabemos todo y que no necesitamos
aprender más, pero si nos humillamos delante de Dios y reconocemos que hemos
sido necios creyendo que somos sabios en nuestra propia prudencia, Él nos
escuchará y alumbrará nuestro entendimiento, para ya no vivir en ruinas, sino
de la manera en la que Dios lo desea, con un campo espiritual lleno de buen
fruto. Oración.
«Padre, no
quiero tener mi campo espiritual en ruinas, quiero que él se vea como tú lo
deseas, lleno de fruto para tener qué compartir con los demás. Ayúdame a
mantenerlo limpio y ordenado por la meditación constante en tu palabra pues
quiero conservarlo tal como Cristo me lo entregó, amén.
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