Misericordia
y amor
“Pero cuando
se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los
hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho,
sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la
renovación en el Espíritu Santo,” Tito 3:4-5
Qué hermoso
es ver que cuando se manifestó la misericordia de Dios para con nosotros, no se
manifestó sola, sino con Su amor. Esto nos podría indicar que estas dos
características del fruto del Espíritu Santo, el amor y la misericordia, van de
la mano; claro está que al amor que hacemos referencia no es al que proviene
del ser humano (un amor imperfecto), sino al amor perfecto de Dios que nos
lleva a manifestar, en amor, su misericordia a familiares, amigos, conocidos,
incluso a nuestros enemigos, pues la palabra de Dios nos dice en Mateo 5:44-48
“Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen,
haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os
persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que
hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e
injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No
hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos
solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues,
vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” La
misericordia entonces no es un fruto que debemos manifestar a algunos
solamente, pues como hijos de Dios e imitadores de Jesucristo estamos llamados
a reflejarlo ante todos.
Hermanos, la
biblia nos dice que podríamos ser misericordiosos y no tener amor, pero de nada
nos serviría, así que aceptemos la invitación del Señor y agreguemos a la
misericordia, el amor perfecto de Dios (1 Corintios 13:1-3) Oración.
«Padre,
grande es tu amor por mí y tu misericordia es eterna, no lo merezco, pero eso
me hace admirarte aún más, pues tú me das todo esto y mucho más, por lo hermoso
de tu carácter. Gracias Señor por amarme de tal manera, ahora yo quiero ir al
mundo y hacer lo mismo que tú, amén.
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