Dios de
Promesas
“Dios no es
hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y
no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?” Números 23:19
“porque
todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros,
para la gloria de Dios.” 2 Corintios 1:20
Hoy meditaba
sobre ¿Por qué al ser humano le gustan las promesas? Y es que, si lo pensamos
bien, ellas nos dan una esperanza hacia algo que anhelamos recibir en un
futuro. No sabemos cuándo se cumplirá, ni cuánto tiempo tardará, basta sólo con
esperar con alegría el momento en el que ésta se realizará; aunque, dependiendo
de quién sea el que nos prometa, sabremos esperar, o por el contrario,
perderemos la esperanza de que ese sueño se vuelva realidad. Pero, a las
promesas que hoy hacemos mención no son las que hace cualquier persona ¡No! las
que resaltamos en éste devocional son las promesas de Dios, que sin importar si
lo merecemos o no, se cumplen porque dependen de su carácter inmutable.
Alrededor de
la biblia encontramos diversos ejemplos en los que Dios cumplió a cabalidad con
Su palabra, como por ejemplo con Abraham, cuando le dijo que, aunque él era
viejo, su esposa estéril y no tenían hijos, su descendencia vendría a ser como
las estrellas que están en los cielos o la arena que se encuentra a la orilla
del mar (Génesis 22:17), y cómo no mencionar el nacimiento de nuestro Salvador,
una promesa hecha para la salvación de la humanidad (Génesis 3:15, Lucas 2:11).
Hermano, hoy
te invito a que no dudes de la Palabra de Dios pues como dicen las Escrituras
fiel es el que ha hecho la promesa, y adicionalmente nos recuerda que Jesús
quien es nuestra esperanza jamás nos defraudará, tan solo no permitas que
desmaye tu fe (Hebreos 11:1,6; Santiago 1:6)
Oración.
«Padre, te
alabo y te bendigo porque me has permitido ser testigo del cumplimiento de tus
promesas. Tú nunca fallas, no cambias de parecer, ni llegas tarde. Señor Jesús
en ti está puesta mi esperanza y sé que jamás será defraudada, amén.
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