El carácter
de Dios
Al meditar
en este pasaje el Señor me llevaba a cuestionarme en ¿cómo es mi carácter? Y
podría decirte, que cuando todo marcha bien y no existen inconvenientes, mi
carácter es el mejor: amoroso, paciente, dadivoso, pero qué mal se ve mi
carácter cuando hay una discusión, pues actuó conforme lo que creo “se merecen”
los demás y no acorde al carácter compasivo, misericordioso y amoroso de Dios
¿Te ha pasado? Para dar respuesta a esta pregunta tomaremos un ejemplo: ¿cuál
ha sido tu reacción cuando tienes que ayudar a alguien con quien acabas de
tener una discusión?, ¿con todo el amor lo ayudas?, o por el contrario, ¿eres
de los que se demora en hacerlo, porque necesitas esperar que tu disgusto baje,
para poder que vuelva a nacer esa parte servicial? O definitivamente ¿te niegas
a ayudarlo, porque a causa de sus ofensas, ya “no se lo merece”? Por lo general
el ser humano tiende a responder de las dos últimas maneras, pero en ellas sólo
podemos ver reflejado un carácter orgulloso con el cual, según las Escrituras,
ya no deberíamos estarnos identificando (Gálatas 2:20)
Al leer o
escuchar este devocional entendemos que necesitamos un ajuste en nuestro
carácter, para que de manera práctica y vivencial sea como el de Cristo, pero
para lograrlo no podemos hacerlo solos (Juan 15:5), necesitamos al Ayudador, el
Espíritu Santo de Dios, quien en esas situaciones difíciles nos guiará, para ya
no responder a los demás de acuerdo a lo que nos hagan, sino conforme lo que
somos en Cristo, conforme ese carácter de Dios, quien ya sabemos, no nos paga
conforme nuestras iniquidades sino conforme a lo precioso de su carácter. Oración.
«Padre, en
esta mañana te doy gracias porque tu misericordia se renueva día tras día.
Gracias, porque, aunque no lo merezco, tú me tratas conforme a tu bondad más no
conforme a mis iniquidades. Cuan bello y maravilloso es tu carácter.»
“No ha hecho
con nosotros conforme a nuestras iniquidades, Ni nos ha pagado conforme a
nuestros pecados. Amen
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