¿Vivo el
reino de Dios en mi vida?
“No ruego
que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como
tampoco yo soy del mundo”. Juan 17:15-16
Lo normal
del mundo no es lo normal en el reino de Dios. Por eso al hablar de esa
diferencia tenemos que renovar nuestra mente y quizás conducirnos al
arrepentimiento, a una genuina conversión cuando nos exponemos a la verdad de
su Palabra. Porque quizás hemos estado pensando como el mundo piensa y hemos
dejado de pensar como Dios lo hace y de hacer su voluntad.
Cuando
estamos en Cristo debemos recordar que estamos en el mundo, pero no somos del
mundo. Fuimos llamados a marcar la diferencia, pero solo podemos hacerlo si
consolidamos nuestro carácter cristiano, teniendo consistencia como ciudadanos
de su reino.
1 Corintios
4:20 nos dice “Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder”.
La consistencia del reino no es que tengamos mucho conocimiento, sino que
vivamos el poder de su Palabra, cuando la conocemos y la aplicamos a nuestra
vida. Es dar evidencia de que estamos viviendo bajo sus principios y
obedeciéndolos.
Pablo nos
hace un llamado en Romanos 12:1-2, a renovar nuestro entendimiento, a no
conformarnos a lo normal de este mundo sino a vivir lo normal del reino de los
cielos; ya que por nuestro nuevo nacimiento tenemos acceso a su reino y podemos
desarrollar luz personal, porque Jesús lo dijo en Mateo 5:16: “Así alumbre
vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y
glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. La pregunta es: ¿Se nota
que somos del reino de Dios o son sólo apariencias?
Tres
evidencias que demuestran lo normal del mundo son: el pecado, la enfermedad y
la muerte. La Biblia dice que este mundo está bajo el maligno en 1 Juan 5:19
“Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno”. Toda la
naturaleza está bajo maldición, el pecado produce enfermedad y la enfermedad
produce muerte. Es importante tener en cuenta esto porque hay mucha gente que
no se da cuenta que el pecado se ha vuelto su norma.
Todo esto
tenía que ser limpiado con la sangre del Cordero cuando Jesús viniera por
primera vez como el “postrer Adán” (1 Corintios 15:45). Jesús comenzó su obra
de restauración en la cruz y va a terminarla uniendo al cielo con la tierra
nuevamente, esto será en su Segunda Venida cuando quite totalmente el pecado de
nuestras vidas. Mientras tanto si estamos en pecado, si vivimos enfermos o nos
acostumbramos a estarlo, si siempre tenemos miedo de la muerte es lo normal
para el mundo caído, pero no es lo normal para el que está en el reino de Dios,
debemos reflexionar bajo qué gobierno nos estamos sometiendo, arrepintámonos y
volvamos al Señor. Oración.
«Señor,
quiero una transformación interna e influenciar a mi familia y a mi entorno;
siendo esa luz que alumbra con las buenas acciones que glorifican tu santo
nombre. Ayúdame a vivir los principios del reino de los cielos, obedeciéndolos,
sometiéndome a tu señorío y gobierno, me vuelvo a ti en arrepentimiento,
renueva mi mente porque quiero hacer tu voluntad. En el nombre de Jesús, amén.
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