Santificado sea tu nombre
“Vosotros,
pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu
nombre. “Mateo 6:9
“Y el uno al
otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda
la tierra está llena de su gloria. Y los quiciales de las puertas se
estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. Entonces
dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y
habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al
Rey, Jehová de los ejércitos.” Isaías 6:3-5
“Santificado
sea tu nombre” es una expresión de reverencia ante el santo nombre de Dios, que
evita una confianza excesiva que nos lleve a la irreverencia con nuestro Padre
celestial. No podemos usar su nombre a la ligera; recordemos que tanta era la
reverencia de los judíos ante Dios que usaban su nombre con mucho cuidado para
no profanarlo, esa reverencia los llevó a sustituir la palabra Jehová por Señor
(Adonai).
Isaías tiene
la visión de Dios en su Santidad, el triple santo enfatiza lo que Él es, un ser
moralmente perfecto, puro y apartado del pecado. Nosotros también necesitamos
descubrir la santidad de Dios ahora más que nunca, porque los afanes diarios,
la lucha contra los antivalores de este mundo y nuestros propios conflictos
hacen que se nuble nuestra visión de Dios. Necesitamos renovar nuestra visión
de ese Dios alto y sublime, que nos da el poder para enfrentar los problemas y
preocupaciones.
Santificar
el nombre de Dios es ver su perfección moral que nos llevará a ver nuestra
propia imperfección, la necesidad de limpiar nuestra vida y santificarla para
poder servirle a Él. Un pecador en la presencia del santo Dios queda abrumado,
pero es Él quien toma la iniciativa para acercarse a nosotros, ofreciéndonos
perdón y limpieza a través del sacrificio de su Hijo Jesús.
Santo,
santo, santo son exclamaciones de alabanza ante la revelación de su naturaleza
divina. En la triple repetición de la palabra santo, se infiere que está
sobreentendida la Trinidad como una unidad. Como Isaías, debemos ver a Dios en
su trono. Esta visión se interpreta en Juan 12:41-45 “Isaías dijo esto cuando
vio su gloria, y habló acerca de él. Con todo eso, aun de los gobernantes,
muchos creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no
ser expulsados de la sinagoga. Porque amaban más la gloria de los hombres que
la gloria de Dios. Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino
en el que me envió; y el que me ve, ve al que me envió”.
Isaías vio
la gloria de Cristo y habló acerca de Él, lo cual nos demuestra plenamente que
nuestro Salvador es Dios. En Cristo Jesús, Dios se sienta en el trono de gracia
y por medio de Él se abre camino hacia el Lugar Santísimo; por eso, toda
vanagloria, ambición, ignorancia y orgullo deben ser eliminados una vez que
contemplamos su majestad, así como la gloria divina que sobrecogió al profeta
Isaías con una sensación de su propia vileza, culpa y pecado.
Demos
gracias que ahora tenemos un Mediador entre nosotros los pecadores y este Dios
Santo. Una mirada a la gloria celestial debe bastar para convencernos de que
toda nuestra justicia es como trapos de inmundicia; Isaías 64:6 dice “Si bien
todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de
inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos
llevaron como viento”.
Refugiémonos
en la misericordia y gracia de nuestro Señor Jesucristo. Tenemos por medio de
Él la seguridad del perdón por su obra expiatoria. Quitar el pecado es
necesario para poder acercarnos confiadamente a la presencia del Padre. Oración.
«Padre de
gloria heme aquí delante de ti, reconociendo tu majestad y santidad. Eres puro
y santo por eso veo mi propia vileza, porque soy pecador y necesito que me
limpies de toda inmundicia. Gracias por la sangre de Cristo que me perdona todo
pecado y me purifica de toda maldad; gracias por ese mediador Jesucristo que
ahora hace posible que me acerque al trono de tu gracia para alcanzar el
oportuno socorro, amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario