La suprema
revelación de Dios
Dios,
habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres
por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien
constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual,
siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien
sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la
purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra
de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto
heredó más excelente nombre que ellos. Hebreos 1:1-4
Solo
Jesucristo trae a los hombres la Revelación completa de Dios y sólo a través de
Él podemos llegar a su misma presencia. El autor de Hebreos, muestra la
superioridad de Jesucristo sobre el Antiguo Pacto. Los judíos dividían todo el
tiempo en dos edades: la presente, y la por venir. Entre ambas colocaban el Día
del Señor. La edad presente era totalmente mala; la edad por venir iba a ser la
edad de oro de Dios, esa edad de oro amaneció con Jesucristo. Con Jesús, Dios
ha entrado a la humanidad, la eternidad ha invadido el tiempo y ya nada puede
ser como antes. La incomparable gloria de la persona y obra de Cristo muestra
su supremacía sobre los profetas, los ángeles, Moisés (cap.3), Josué (cap.4),
Aarón (cap.4 -7) y todo el ritual del judaísmo (cap.7-10).
En Cristo no
hay distinción entre judío y gentil, como dice Colosenses 3:11 “donde no hay
griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni
libre, sino que Cristo es el todo, y en todos”. Por eso, aunque esta epístola
fue escrita para los judíos cristianos, sus enseñanzas y amonestaciones
prácticas también son para nosotros los creyentes gentiles. Dios no puede
revelar más de lo que nuestra mente puede comprender, por eso cada profeta, de
su propia experiencia de la vida y de su experiencia con el pueblo de Israel,
había captado y expresado un fragmento de la verdad de Dios. Pero en el caso de
Jesús era diferente: Él no era un fragmento de la verdad, ni siquiera el más
nuevo, sino la Verdad total. Él mismo lo expresó en Juan 14:6 “Jesús le dijo:
Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.
En Jesús,
Dios no muestra solo un aspecto de su carácter, sino la totalidad de su ser.
Jesús es la clave para transformar nuestra vida, para comprender la Biblia,
para conocer el carácter de Dios, por eso si queremos conocer a Dios, debemos
mirar a Jesús. Él dijo: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre”, Juan
14:9b.
Jesús es
único y es todo lo que necesitamos, esta epístola nos dice todo sobre quién es
Jesús, y cómo Él es mejor y mayor que ningún otro ser, enseñanza o sistema
religioso. Es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que Él
es, recordemos Hebreos 1:3 “el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la
imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra
de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio
de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”.
Muchos hoy
todavía no aceptan esta verdad y argumentan que Jesús fue un simple maestro,
profeta y algunos que un ángel, sin embargo, la Escritura afirma que es
superior a los ángeles y su nombre supera la excelencia, “cuanto heredó más
excelente nombre que ellos”, hebreos 1:4.
Hoy unámonos
en una adoración por aquel que el Padre exalta como Dios y Rey, veamos hebreos
1:8 “Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; cetro de
equidad es el cetro de tu reino” Oración.
«Padre,
gracias por tu amado Hijo Jesús, es todo lo que necesito para llegar a ti,
porque es el único camino, la única verdad y la única vida que me lleva a tu
Presencia. Puedo conocerte y comprender quién eres Tú, por medio de Él. Gracias
porque a través de Jesús transformaste mi vida y por su perfecto sacrificio
ahora soy perdonado, justificado y santificado delante de ti, Amén.
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