Visión espiritual
“Él le dijo:
No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están
con ellos. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para
que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el
monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de
Eliseo”. 2 Reyes 6:16-17
“librándote
de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus
ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de
Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y
herencia entre los santificados”. Hechos 26:17-18
La lección
que Eliseo le enseñó a su siervo Giezi fue que para creer lo imposible, primero
debería ver lo invisible. La oración es la clave para discernir las
estratagemas del adversario y también la clave para superar nuestros miedos.
Muchas cosas pueden estar impidiendo que tengamos una clara visión espiritual,
el miedo, la desesperación, el orgullo, la obstinación, la incredulidad pueden
traernos ceguera espiritual. Eliseo oró: “Te ruego, oh Jehová, que abras sus
ojos para que vea”; para que Giezi pudiera ver con los ojos de la fe la guardia
invisible de ángeles que los estaba rodeando y defendiendo. Los ojos de la fe
ven la realidad de la presencia y protección divinas que quitan todo temor,
toda incertidumbre, la fe revela que Dios hace más por nosotros de lo que nos
podemos dar cuenta.
Cuando nos
enfrentemos a cosas que sean infranqueables, recordemos que los recursos
espirituales están ahí aun cuando no podamos verlos, miremos a través de los
ojos de la fe, para que veamos a Dios obrando en nuestra vida. A veces el
problema es nuestra pobre visión espiritual y no el poder de Dios. Eliseo
personifica la confianza que nace de una fe genuina cuando dependemos de Dios y
de su infinito poder. Como dice Pablo en Romanos 8:31 “¿Qué, pues, diremos a
esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”. Cuando Dios está de
nuestro lado, nada ni nadie podrá permanecer en nuestra contra.
Pablo
recibió un mandato de Jesús en su conversión, había sido escogido para abrir
los ojos a los gentiles para que se convirtieran de las tinieblas a la luz,
pero para poder hacerlo primero tenía que abrir sus propios ojos, no solo los
físicos que habían quedado temporalmente ciegos por la visión del resplandor de
Jesús resucitado, sino también sus ojos espirituales que, a pesar del mucho
conocimiento de las Escrituras, todavía permanecían en oscuridad espiritual,
por su orgullo e incredulidad.
Satanás el
dios de este siglo, ciega el entendimiento de las personas para engañarlas, así
dice 2 Corintios 4:4 “en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento
de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la
gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”. Pero Dios es el que ilumina y
abre nuestros ojos espirituales para darnos una visión clara de su soberanía y
de su poder y así, vencer cualquier impedimento que tengamos. El Espíritu Santo
nos quiere hablar y nos quiere usar para establecer su reino aquí, porque cada
uno de nosotros tiene el potencial de ser usados por Dios, por eso, así como
Eliseo pidamos que el Señor abra los ojos de la iglesia, de esta generación,
para que entendamos el propósito por el cual nos ha escogido y hablemos sin
temor, sin avergonzarnos del evangelio.
Que la
Palabra de Dios nos de la sabiduría para no ser conquistados por Babilonia, por
las ideologías de este mundo, que están dañando el corazón de muchos y los han
puesto a dudar de la realidad de Dios. Por eso, no permitamos que ninguna
potestad de las tinieblas impida que la Palabra de Dios sea implantada en
nuestros corazones y si recibimos la visión espiritual por el Espíritu Santo,
nada podrá detenernos para hacer la voluntad de Dios. Oración.
«Señor
derrama en esta mañana espíritu de revelación, conocimiento y sabiduría sobre
mi vida para que pueda entender tu Palabra, saber tus misterios, poder caminar
con tu Espíritu Santo, comprender tu amor inagotable. Quiero inclinarme delante
de ti y reconocer que a veces he ignorado tu Palabra y me he alejado de tu
dirección queriendo hacer las cosas en mis propias fuerzas. Quiero que abras
mis ojos a tu visión e igualmente quiero abrir los ojos de aquellos que andan
en tinieblas para que se conviertan a la luz de tu evangelio. En Cristo Jesús,
amén.
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