Atentos a la
Verdad
“Zarpando,
pues, de Troas, vinimos con rumbo directo a Samotracia, y el día siguiente a
Neápolis; y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la provincia de
Macedonia, y una colonia; y estuvimos en aquella ciudad algunos días. Y un día
de reposo salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la
oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido. Entonces
una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que
adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que
estuviese atenta a lo que Pablo decía. Y cuando fue bautizada, y su familia,
nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi
casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos”. Hechos 16:11-15
Esta es una
de las mujeres que aparecen en la Biblia de las que poco se sabe. Pero lo que
se conoce de ella, es que provenía de una región que producía bronce, latón,
telas de púrpura. La Palabra dice que ella negociaba con esas telas y se
presume que era una mujer acomodada económicamente, pero también que era una
mujer que buscaba de Dios. En este caso Pablo estaba predicando el evangelio a
unas mujeres que se reunían a orar a las orillas de un río. Aquí podemos ver un
corazón dispuesto a escuchar la Palabra de Dios y a adorar a Dios. Lo
importante aquí es que no interesa el lugar, Dios está buscando personas que le
adoren, como la mujer samaritana, veamos Juan 4:21 “Jesús le dijo: Mujer,
créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre”.
Cuando
escuchamos la Palabra de Dios esta produce fe, y cuando hay fe podemos abrir el
corazón a Dios, Romanos 10:17 “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la
palabra de Dios”. El corazón de Lidia fue abierto por el Señor para que
estuviese atenta a lo que Pablo decía, lo que demuestra que la inclinación del
corazón hacia la verdad no se origina en la voluntad del hombre. La primera
disposición de inclinarse hacia el evangelio es una obra de gracia. Lidia no
sólo abrió su corazón a Jesús, sino las puertas de su casa, fue generosa y
compartió con alegría lo que tenía. Pablo vio en Lidia la gracia de Dios y
desde ese momento en que el evangelio fue predicado con tanta sencillez, se
empezaron a cosechar las primicias de Europa para Cristo. Lidia usó también sus
recursos para ayudar a fundar la iglesia de Filipos, ella no solo entendió la
gracia de Dios, sino que la puso en práctica.
¿Estamos
como Lidia atentos a la verdad? Esta mujer, no solo estuvo dispuesta a escuchar
el mensaje, sino que lo llevó a su hogar, trajo la luz de Cristo a su casa, y
fueron bautizados ella y su familia. Luego ayudó a extender el reino de los
cielos en esa región. Eso es lo que debemos hacer cuando conocemos a Jesús,
debemos llevar primeramente el evangelio a nuestra familia y luego al lugar
donde Dios nos quiera llevar.
¡Qué hermosa
fe y qué generosidad!, Lidia estuvo dispuesta a atender las necesidades de
estos misioneros Pablo y sus acompañantes, con hospitalidad; algo que muchos
hemos olvidado en estos tiempos. Qué bueno es poder ayudar a otros y más a los
hermanos en la fe. Recordemos lo que dice Romanos 12:13 “compartiendo para las
necesidades de los santos; practicando la hospitalidad” y Hebreos 13:2 “No os
olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron
ángeles”.
Pidamos al
Señor que disponga el corazón de nuestra familia y de los que nos rodean para
que escuchen el evangelio. Solo el Señor puede abrir sus corazones para que lo
reciban y crean en su Palabra. Oración.
«Señor, dame
un corazón como el de Lidia, que anhele adorarte y escuchar tu voz cada día,
quiero ser un reflejo de tu gracia, quiero entrar a tu presencia y darte
gracias por la persona que un día me compartió el mensaje de salvación,
escucharla me llevó a tener fe y a abrir las puertas de mi corazón a ti. Oro
por los misioneros en el mundo para que sean revestidos de tu verdad, amor y
gracia para alcanzar a los perdidos. En el nombre de Jesús, amén.
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