Más líbranos del mal
“Y no nos
metas en tentación, más líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder,
y la gloria, por todos los siglos. Amén.”. Mateo 6:13
Esta
petición es la última de la oración modelo que Jesús enseñó. “más líbranos del
mal” y qué acertado es pedir siempre esto, porque como dice 1 Juan 5:19
“sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno”. Vivimos en
un mundo caído lleno de pecado, corrupción y violencia, por eso, necesitamos
constantemente la protección sobrenatural de Dios, y entender que nuestra lucha
es espiritual, pues el maligno y sus potestades gobiernan este mundo. Efesios
6: 12-13 dice: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra
principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de
este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por
tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo,
y habiendo acabado todo, estar firmes”.
Las
peticiones sexta y séptima unidas por la conjunción “más”, implica que un
pensamiento sigue naturalmente al otro: “Y no nos metas en tentación, más
líbranos del mal”. Ese mal se refiere al enemigo de nuestras almas: Satanás,
fuente de toda maldad.
El apóstol
Pablo también pidió a Dios que lo librara de toda obra mala cuando se acercaba
el final de su vida, usó una expresión de tranquila seguridad; veamos 2 Timoteo
4:18 “Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino
celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén”. Esa oración
también la podemos hacer nosotros para librarnos de todo mal, de cualquier
clase, no sólo del pecado, sino de todos los efectos que trae.
“Líbranos
del mal” expresa nuestro reconocimiento del poder soberano de Dios sobre todas
las fuerzas en el mundo. Se refiere a todo lo que podría inducirnos a pecar y
ofender a Dios. Esta oración termina con una doxología: “porque tuyo es el
reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén”. Es una expresión
de adoración al reconocer la magnificencia de Dios tanto en el cielo como en la
tierra.
Debemos ver
un orden en las peticiones de esta oración modelo, las primeras tres tienen que
ver con Dios y con su gloria, y las siguientes cuatro tocan nuestras
preocupaciones temporales y espirituales. Empezamos dando a Dios el lugar
supremo que le corresponde y después nos volvemos a nosotros reconociendo
nuestra vulnerabilidad, nuestro pecado y necesidad ante un Dios Santo. Hay
cuatro necesidades esenciales como seres humanos: primero el pan que
necesitamos para vivir, segundo, el perdón para poder acercarnos a su
presencia, tercero, la ayuda en medio de la tentación y cuarto, ser librados
del mal y preservados. En estas peticiones se nos enseña a depositar el pasado,
el presente y el futuro ante el trono de gracia del Señor.
Esta oración
no se limita solo a presentarle a Dios la totalidad de nuestro ser, sino que es
una oración que trae la totalidad de Dios a nuestras vidas. Porque cuando
pedimos pan, nos dirigimos a Dios Padre Creador y Sustentador de la vida;
cuando pedimos perdón nos dirigimos a Dios Hijo Jesucristo, nuestro Redentor y
Salvador y cuando pedimos que nos libre de la tentación y del mal, nos
dirigimos a Dios Espíritu Santo, el Consolador, iluminador, guía y guardián de
nuestras almas. Es decir, nos dirigimos a Dios en toda su plenitud.
Este breve
estudio sobre el Padre Nuestro, debe llevarnos entonces a orar como le agrada a
Dios, en lo secreto, con entendimiento, sinceridad y sin vanas repeticiones,
mostrando nuestra confianza, reverencia, sometimiento, dependencia, perdón,
humildad y adoración. Oración.
«Padre
nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, enséñame a buscar
primero tu reino y tu justicia y todas las demás cosas me serán añadidas, dame
el sustento y consuelo necesarios para vivir el presente, a perdonar a otros
porque quiero que tú me perdones. Enséñame a odiar y aborrecer el pecado
mientras espero en tu misericordia y a estar preparado para resistir al
tentador y líbrame de todo mal, amén.
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