Hágase tu
voluntad, como en el cielo, así también en la tierra
“Venga tu
reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. Mateo
6:10
“Y cantaban
un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos;
porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo
linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y
sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”. Apocalipsis 5:9-10
Esta parte
de la oración modelo, expresa el deseo de que el reinado de Dios en esta tierra
llegue de forma absoluta a su establecimiento, pues así lo es en el cielo. El
término griego “dsélema” para voluntad, significa determinación, propósito,
decreto, abstractamente voluntad. Es el resultado del deseo y propósito eterno
de Dios revelado a través de su Palabra y en la persona de su Hijo Jesucristo.
Esta hermosa
súplica nos debe llevar a interceder hasta ver toda la tierra habitada en plena
conformidad con la voluntad de Dios. ¿Será que algún día ocurrirá? Sí, porque
las promesas de Dios lo dicen. Veamos Habacuc 2:14 “Porque la tierra será llena
del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar”, y
Apocalipsis 21:2-3 “Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender
del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una
gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y
él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos
como su Dios”.
Quienes
oramos pidiendo el establecimiento del gobierno de Dios en nuestra vida y en
nuestras situaciones reales, estamos pidiendo la realización de la voluntad de
Dios sobre la tierra ahora, y no sólo en la consumación de esta en la era
venidera.
Como hijos
de Dios debemos presentarnos cada día delante de nuestro Rey, someternos a su
soberanía y estar dispuestos a obedecer para llevar a cabo su voluntad, Romanos
12:1-2 dice: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que
presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es
vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por
medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea
la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
Sólo cuando
le demos a Dios el primer lugar en nuestras vidas y busquemos su reino y su
justicia, todo lo demás pasará a ocupar el lugar que le corresponde. Mateo 6:33
“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os
serán añadidas”. La oración no debe ser nunca un intento de forzar la voluntad
de Dios a nuestros deseos, sino siempre un intento de someter nuestra voluntad
a la de Dios, como Jesús lo hizo cuando oró diciendo: “Padre, si quieres, pasa
de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”, Lucas 22:42. Jesús
sometió su voluntad a la del Padre por eso cumplió a cabalidad con el propósito
soberano de Dios en esta tierra, morir por los pecados de la humanidad, darnos
salvación y una nueva vida.
De esta
forma acercamos el reino de Dios a los hombres ahora, como lo hizo Jesús en su
ministerio. Jesús debe reinar primero en los corazones de las personas hasta
que él vuelva y sea un hecho que reinará con nosotros en esta tierra. Oración.
«Amado Padre
celestial, cuando digo que se haga tu voluntad en esta tierra como en el cielo,
es porque anhelo que hagas lo que tienes que hacer para establecer tu reino y
tu justicia en esta tierra, por eso mi prioridad es buscarte cada día,
conocerte y entender tu voluntad para mi vida y así, pueda colaborar para que
tu reino sea levantado y establecido en los corazones de muchas personas, hasta
que Jesús regrese para reinar por siempre con nosotros. Amén.
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