Tiempos de persecución, tiempos de oración y
“Y puestos
en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales
sacerdotes y los ancianos les habían dicho. Y ellos, habiéndolo oído, alzaron
unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste
el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay;” Hechos 4:23-24
“Y ahora,
Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen
tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y
prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. Cuando hubieron orado, el
lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu
Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.” Hechos 4:29-31
Sin duda hoy
en día en muchos lugares se prohíbe hablar de religión o mencionar e incluir a
Dios y su Palabra en alguna toma de decisiones, pues es este un asunto
meramente personal y que según las nuevas ideologías no se debe involucrar en
decisiones a nivel social; hecho que claramente nosotros como creyentes sabemos
que llevará al ser humano por caminos de maldad, perversidad, autodestrucción y
maldición. Entonces ¿Cuál debería ser nuestra actitud y posición ante estas
circunstancias?
Podemos
observar en el capítulo 4 de Hechos de los Apóstoles, cómo Pedro y Juan eran
perseguidos por los gobernantes, sacerdotes, escribas y saduceos, cuando ellos
se dedicaban a predicar la Palabra de Dios y luego de que en el nombre de
Jesucristo de Nazaret sanaran a un hombre de más de cuarenta años que era cojo
de nacimiento; y aunque estas personas los amenazaron, les prohibieron hablar
de Jesús e incluso enseñar su Palabra, la respuesta de estos dos Apóstoles fue
la siguiente: “Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo
delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar
de decir lo que hemos visto y oído”, Hechos 4:19-20, y dice la Palabra que este
Sanedrín no encontrando razón por la cual encarcelarlos o hacerles algún daño
tuvieron que soltarlos.
Luego de
sucedido esto, Pedro y Juan se reunieron con los demás creyentes y después de
contarles la situación, todos unánimes se dispusieron a orar adorando a Dios,
reconociendo su poder y majestad, y con mayor fervor pedían que fueran llenos
del Espíritu Santo para que con denuedo pudieran seguir predicando su Palabra,
y para que Dios los siguiera respaldando a través de sanidades, señales y
prodigios en el nombre de Jesucristo; oración que enseguida fue respondida,
llenando a todos los creyentes del Espíritu Santo y permitiéndoles predicar con
valor la Palabra de Dios.
Así que,
este es el ejemplo que hoy en día debemos seguir, no debemos permitir que por
temor al hombre se pierda el temor a Dios. En momentos difíciles y de
persecución pidamos a Dios la llenura de su Espíritu y la revelación de su
Palabra para que en el momento que Él nos indique podamos abrir nuestra boca y
hablar con autoridad de la verdad. Oración.
«Dios de la
gloria, cuan grandes y maravillosas son tus obras; eres fiel, eres justo, eres
real. Te doy gracias porque con tu poderosa verdad me has restaurado y me has
sanado, pero a la vez te pido, que por todo lo que me has permitido vivir y
experimentar en mi relación contigo, a través de Jesucristo, me des el valor,
por tu Santo Espíritu, de manifestarlo a toda persona y en todo lugar, por
Jesucristo mi Señor, amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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