El cuerpo y la sangre de Cristo
“Y tomó el
pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por
vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. De igual manera, después que
hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre,
que por vosotros se derrama.” Lucas 22:19-20
La
celebración de la cena del Señor es el acto a través del cual recordamos el
propósito de la muerte de nuestro Señor Jesucristo. En esta, cuando Jesús parte
el pan, dice que ese es su cuerpo que por nosotros es dado, y efectivamente
sabemos por la Escritura que nos lo revela, que el Señor Jesucristo llevó en su
cuerpo nuestros pecados sobre la cruz (1 Pedro 2:24).
Del mismo
modo, cuando Jesús reparte el vino dice que esa es su sangre, sangre de un
nuevo pacto que por nosotros es derramada para la remisión de los pecados
(Mateo 26:28); lo que quiere decir que, a través del sacrificio de Jesucristo
en la cruz donde derramó su sangre, se estableció un nuevo pacto entre Dios y
cada creyente, el cual dice que Dios nunca más se volverá a acordar de nuestros
pecados y transgresiones, puesto que ya hubo un sacrificio que pagó por el
perdón de todos estos (Hebreos 10:17-18).
Es decir
que, cuando nosotros participamos del pan y el vino estamos recordando y
anunciando la muerte de nuestro Señor Jesucristo, que fue el sacrificio por el
cual se perdonaron nuestros pecados, pero además de esto, al participar de este
acto y aceptando que ya hemos sido limpiados de todo pecado, también debemos,
como dice la Escritura en 1 Pedro 2:24, vivir para la justicia, es decir, vivir
una vida donde no practiquemos el pecado.
Así que,
participar de la cena del Señor debe ser para nosotros un momento de mucha
reflexión, donde discernamos que ese pan y ese vino que estamos consumiendo
representan el cuerpo de Cristo que fue sacrificado y su sangre que fue
derramada para que nuestros pecados fueran perdonados. Este momento de
reflexión, nos debe llevar, en la práctica, a no volver a estar esclavos del
pecado, pues el precio pagado por esa libertad fue realmente alto. Oración.
«Padre
Celestial, entiendo que mis pecados los has perdonado solo gracias al
sacrificio perfecto en la cruz de tu Unigénito Hijo. Te doy gracias por la
oportunidad de participar en la celebración de la cena del Señor, sé que me
quieres recordar el alto precio pagado para la remisión de mis pecados; así
que, tomaré ese pan y ese vino discerniendo el cuerpo sacrificado y la sangre
derramada de mi Señor Jesucristo, amén.
Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
No hay comentarios:
Publicar un comentario