De pobres a ricos
“Porque ya
conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo
pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” 2
Corintios 8:9.
En nuestra
vida, antes de conocer a Cristo, sin saberlo y sin entender a fondo todo lo que
esto implicaba, estábamos en el mundo sin Dios, aunque algo habíamos escuchado
de Él, pero no lo conocíamos verdaderamente y no lo teníamos en nuestro
corazón, por ende como lo hemos aprendido de la Escritura, no éramos sus hijos,
sino solamente sus criaturas, puesto que para llegar a tener el derecho de
llamarnos hijos de Dios debemos primero creer en el Señor Jesús y recibirlo en
nuestro corazón (Juan 1:12-13). Hemos conocido también que estábamos bajo la
autoridad de Satanás y muertos en nuestros delitos y pecados (Efesios 2:1-2),
situación que no nos permitía ver y experimentar el sentido o propósito de Dios
para nuestra vida; vida que ahora está escondida con Jesucristo en Dios
(Colosenses 3:3).
Y como ya lo
hemos dicho, gracias a la fe en nuestro Señor Jesucristo y a su gracia que por
amor a nosotros se hizo pobre, es decir, se despojó a sí mismo, tomó forma de
siervo y se hizo obediente hasta la muerte de cruz, nosotros, con su pobreza
somos enriquecidos.
Como hijos
de Dios, por la gracia de nuestro Señor Jesucristo, podemos disfrutar de las
abundantes riquezas que posee y nos brinda nuestro Padre Celestial (Efesios
2:7).
Nos ha sido
dado el don del Espíritu Santo (Hebreos 10:45) y por medio de Él, un entendimiento
de la Palabra de Dios (1 Corintios 2:10), hecho que le da luz y dirección a
nuestra vida (Salmos 119:105) y que nos permite conocer cuál es la voluntad de
Dios para nosotros, es decir, aquello que es bueno, agradable y perfecto.
Así las
cosas, la invitación del día de hoy es a que permanezcamos en el inmenso amor
de Dios y la gracia de nuestro Señor Jesucristo, siendo obedientes a sus
principios y siguiendo la dirección de Dios para nuestro camino, pues es la
manera de poder ver y disfrutar de las bendiciones y riquezas que heredamos
como hijos de Dios. Oración.
«Padre
Celestial, sobreabundantes son las riquezas de tu gracia hacia nosotros tus
hijos. Gracias por tanto amor manifestado en Jesucristo nuestro Señor. Ruego
que me enseñes a vivir en tu dirección, y que alumbres los ojos de mi
entendimiento para que pueda conocer los planes que me tienes, pues quiero
disfrutar de las riquezas de tu gloria en Cristo Jesús, amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
No hay comentarios:
Publicar un comentario