La gran
Comisión
“Y Jesús se
acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la
tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos
en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que
guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros
todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”. Mateo 28:18-20
En el evento
de la resurrección, el Señor Jesús se aparece a sus discípulos para darles una
instrucción muy clara y que es fundamentada en su victoria sobre la muerte,
pues Él inicia diciéndoles “Toda potestad me es dada en el cielo y en la
tierra”, hecho que la Escritura nos confirma en Romanos 14:9 cuando dice
“Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así
de los muertos como de los que viven», y que nos complementa en 1 Pedro 3:22
diciendo “quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él
están sujetos ángeles, autoridades y potestades”.
Entonces,
por cuanto Jesús es Señor que está sobre todo principado, autoridad, poder y
señorío, es que con absoluto derecho y libertad ha manifestado su mandato, el
cual como decíamos ahora, en su momento fue dado a los once discípulos, pero
que hoy por su gracia y majestad ha llegado hasta nosotros que también somos
sus discípulos.
Así que el
Señor hoy, en que recordamos y celebramos su resurrección, también nos quiere
recordar su voluntad. Él desea que donde quiera que nosotros estemos o vayamos
hagamos discípulos para Él, discípulos que crean en el único Dios verdadero
manifestado en sus tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, así mismo,
discípulos que guarden y obedezcan todo lo que Él nos ha dejado escrito en su
Palabra, pues un discípulo o seguidor es aquel que hace todo lo que su Señor
dice y hace.
Por lo
tanto, evaluémonos hoy, qué tanto estamos obedeciendo a nuestra máxima
autoridad. No olvidemos que el Señor nos promete que estará con nosotros todos
los días de nuestra vida, hasta el fin del mundo. Así que, con toda
tranquilidad y confianza en su Palabra, dispongámonos a cumplir su ordenanza. Oración.
«Padre Dios,
en este día me gozo y te agradezco por el hecho de conocerte y comprender tus
mandatos, pues por la obra salvadora de tu Hijo y el Espíritu Santo que mora en
mí, me has hecho entender todo lo que me has dado; agradecimiento, honra y
gloria sean para ti, Dios y Señor. Finalmente, pido tu gracia para cada día
andar en tu voluntad y obedecer fielmente a tu verdad. En el nombre de Jesús,
amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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