La negación
de Pedro
“Y
prendiéndole, le llevaron, y le condujeron a casa del sumo sacerdote. Y Pedro
le seguía de lejos. Y habiendo ellos encendido fuego en medio del patio, se
sentaron alrededor; y Pedro se sentó también entre ellos. Pero una criada, al
verle sentado al fuego, se fijó en él, y dijo: También este estaba con él. Pero
él lo negó, diciendo: Mujer, no lo conozco. Un poco después, viéndole otro,
dijo: Tú también eres de ellos. Y Pedro dijo: Hombre, no lo soy. Como una hora
después, otro afirmaba, diciendo: Verdaderamente también este estaba con él,
porque es galileo. Y Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices. Y en seguida,
mientras él todavía hablaba, el gallo cantó. Entonces, vuelto el Señor, miró a
Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que
el gallo cante, me negarás tres veces. Y Pedro, saliendo fuera, lloró
amargamente.” Lucas 22:54-62
Pedro el que
le había prometido al Señor estar con Él hasta la muerte (Lucas 22:33), es el
mismo que leemos que pocas horas más tarde lo negó. Esta es una historia que
impacta mucho, pues es en realidad sorprendente, pero que claramente nos debe
llevar a reflexionar de manera personal, porque este es uno de los ejemplos más
reales de nuestra debilidad como seres humanos, y con el cual nos podemos
identificar perfectamente.
Si
observamos los hechos anteriores al momento de la negación de Pedro, podemos
ver que Él fue uno de los discípulos escogidos por el Señor Jesús para que lo
acompañaran a orar (Mateo 26:36-38), pero así mismo vemos que ellos por causa
del sueño no pudieron velar (Mateo 26:40), y la instrucción directa del Señor
Jesús fue “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la
verdad está dispuesto, pero la carne es débil”. (Mateo 26:41). Así que, fue
este el principal motivo que llevó a Pedro a caer en la tentación; su espíritu
estaba dispuesto a ir con el Señor Jesús hasta la muerte, pero su debilidad a
flor de piel por la falta de oración no se lo permitió.
Por lo que,
es de considerar hermanos, las veces en que nosotros nos levantamos y nos
disponemos con excelentes intenciones a hacer todo para la gloria de Dios, pero
sin oración. Preguntémonos en cuántas ocasiones sin ser el deseo ferviente de
nuestro espíritu, hemos terminado negando al Señor, cuando quizás respondemos
sin amabilidad, mentimos o somos injustos con los demás. Estas son actitudes
que claramente también niegan nuestra fe en el Señor y que denotan nuestra
falta de oración. Por cierto, ¿ya oraste hoy o mejor estás confiando en tu
buena intención? Oración.
«Papá Dios,
cuántas veces he deseado agradarte y termino negándote, pues me ha faltado
mucho orarte. Sé que muchas veces me siento fuerte, pero mi realidad es que soy
débil, y dependo de ti cada día y a cada momento. Gracias a ti, Señor, porque
siempre estás atento, pero te pido que dispongas mi corazón para tu encuentro,
en Jesucristo nuestro Señor, amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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