Tocados por
el poder de la cruz
“Más Jesús,
habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el velo
del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se
partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían
dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección
de Él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos”. Mateo 27:50-53
“Más ahora
que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por
vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna”. Romanos 6:22
En el
preciso instante en que Jesús murió sucedieron cosas extraordinarias, un
terremoto que partió las rocas y abrió los sepulcros de personas creyentes que
resucitaron y que después fueron vistas en la ciudad cuando Cristo se levantó
de los muertos, y el velo del templo que se partió en dos. Esto tiene un gran
significado espiritual para nosotros los que hemos creído en su muerte y
resurrección. En primer lugar, en el santísimo lugar solo podía entrar el sumo
sacerdote una vez al año para hacer la remisión de pecados con la sangre de
animales sacrificados y ofrecerla a Dios, por él mismo y por el pueblo.
Observemos
que la cortina fue partida de arriba abajo, y no al contrario, implicando que
fue rasgada por Dios y no hubo intervención humana. Ese velo es un símbolo del
cuerpo de Cristo, cuando fue desgarrado sobre la cruz al pagar el castigo de
nuestro pecado y con esto abrió el camino a la presencia de Dios. Ya no
necesitamos de un intermediario, porque Jesús mismo es nuestro mediador y
sacerdote y podemos acudir directamente al trono de Dios por medio de Él, como
lo dice 1 Timoteo 2:5 “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y
los hombres, Jesucristo hombre”.
El evento de
que los sepulcros se abrieron y los cuerpos de muchos santos resucitaron, los
cuales aparecieron y entraron a la ciudad después de la resurrección de Jesús,
es relatado solo en el libro de Mateo, pero hubo muchos testigos de este
acontecimiento, lo que da testimonio de que las palabras de Jesús se cumplirán
en todo creyente cuando dice en Juan 11:25-26 “Yo soy la resurrección y la
vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y
cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” Si creemos en Jesús, tenemos
una vida con Él por la eternidad.
Ese día,
todos aquellos que se situaron debajo de la cruz de Cristo, como el centurión y
los que estaban custodiándola, fueron tocados por el poder de la cruz y
presenciaron estos hechos milagrosos pudiendo exclamar “en verdad este era el
Hijo de Dios”. Esto es lo que Dios nos pide a nosotros los pecadores, que
ocupemos un lugar bajo la cruz de Cristo y miremos lo que hizo por nosotros. Su
obra fue perfecta, nos ha dado libertad, abrió la puerta de entrada al lugar
santísimo para que podamos adorar a nuestro Padre y nos dio vida eterna para
que la disfrutemos junto a Él. Oración.
«Jesucristo,
quiero colocarme bajo tu cruz y darte gracias por quebrantar tu cuerpo para
derramar tu preciosa sangre en sacrificio por mis pecados y darme libertad para
acercarme a la presencia del Padre; eres mi único mediador e intercesor ante
Él. Abriste un camino nuevo para que pudiera llegar a Dios y me regalaste vida
eterna; qué seguridad tan grande saber que tengo un destino eterno junto a ti.
En Cristo Jesús, Amén. Difundiendo el
mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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